No hay día en que alguna persona me formule esta pregunta. A fuerza de tanto repetirse la misma —indicio del desespero y abandono que sufre la población y de las pocas alternativas que se le ofrecen— me permito sugerir algunos métodos, sin pretensión alguna de pontificar ni de afirmar que sean los mejores. El primero es una perogrullada: no voten a nada ni a nadie que tenga que ver con el sanchismo o que se muestre dispuesto a «llegar a acuerdos» con esa banda en profética definición de Albert Rivera. Ni un átomo de oxígeno para quienes nos venden a todos por activa, por pasiva o por perifrástica. Lo segundo también es una perogrullada: votar a aquellos que demuestren con solvencia y con hechos su oposición total a lo que el actual gobierno y sus socios representan. Eso significa, de entrada, acudir a las urnas, claro. Sólo con eso, con acudir masivamente ese 51% de españoles que no fueron a los colegios electorales en éstas últimas europeas para votar formaciones de choque contra el gobierno, los zurdos estarían a estas horas peor de lo que están.
Después de estas obviedades, lo reconozco, hay más cosas que podemos hacer. De entrada, no seguirles la corriente en su discurso monolítico. Evitemos entrar en esas trampas saduceas que nos ponen a cada paso para que nos centremos en la hojarasca, dejando un lado lo mollar. Ejemplo: me importa un higo chumbo si el fiscal general del estado obra a favor de obra o no. Porque lo que hay que solucionar urgentemente es como se eligen todos estos cargos en el ámbito de la justicia. Si tanto les preocupa el Consejo General del Poder Judicial es muy simple: se hace una lista de todos aquellos jueces que reúnan los suficientes requisitos de experiencia, excelencia y currículum, se ponen sus nombres en un bombo y los que salgan, pues esos son. Problema solucionado. Y lo mismo digo con el Constitucional, con la fiscalía general, con el defensor del pueblo y tantos y tantos otros cargos que deberían quedar alejados del fragor político cotidiano.
Además de proponer cosas como esta a través de una Iniciativa Legislativa Popular, que igual no sale adelante pero incordia lo suyo y mete ruido, habrá que rascarse el bolsillo y colaborar con todo el mundo asociativo que defienda España, la Constitución y la igualdad entre todos los españoles. Como la economía está como está se entiende que no podamos hacer grandes dispendios, pero pagar cinco euros al mes o diez para sufragar una cuota es prescindir de algún que otro café. A nadie se le pide que sea el general Moscardó, pero está bien que dejemos de hablar esperando que alguien nos arregle la patria y seamos nosotros quienes empecemos a arrimar el hombro. Acudir a manifestaciones, actos, presentaciones de documentos, libros, manifiestos, en suma, estar. Porque ha de sentirse la presión popular. Ordenada, pacífica, democrática, pero presión. E, insisto, huir de los que todavía no entienden que con Sánchez, ni a heredar.