«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

¡Queremos mentiras nuevas!

1 de agosto de 2013

Me gustaría que hoy fuera un gran día para la historia del parlamentarismo español. Pero no sé por qué estoy convencido de que no va a ser así. Estoy seguro de que el final de todos los discursos que vamos a escuchar hoy en el hemiciclo va a engrosar, en vez de parte de la hemeroteca del Estado, parte de la mierdoteca nacional. Lo más probable es que, diga lo que diga Mariano Rajoy, las críticas de la oposición, en la que muchos tienen tanto o más que callar que el Gobierno, terminen en aquello tan manido y legítimo del y tu más.

Me temo muy mucho que, después del debate de hoy en el Congreso de los Diputados, nos quedaremos con la misma sensación que tuvo Juan Belmonte cuando su banderillero, Joaquín Miranda, ocupó el cargo de gobernador civil de la provincia de Huelva. Como relató Antonio Burgos, un amigo del maestro le preguntó: “Don Juan, ¿es verdad que este señor gobernador ha sido banderillero suyo?”. Belmonte le respondió lacónicamente: “Sí”. Y el amigo, estupefacto, insistió: “Don Juan, ¿y cómo se puede llegar de banderillero de Belmonte a gobernador?”. Belmonte con su habitual tartamudeo le respondió: “¿Po… po… po cómo va a sé? De… de… degenerando…”.

El debate de hoy tiene toda la pinta de que “degenerando” va a seguir aumentando el desprestigio y el pésimo concepto que tenemos los españoles sobre demasiados líderes del régimen partitocrático que sufrimos.

Es una necesidad recuperar el prestigio de la clase política para, por lo menos, por su creatividad, volver a pensar que lo que nos cuentan es original. Queremos recuperar la sensación de que por los que optamos –que no elegimos por ser las listas cerradas y opacas– son los más valiosos para ser nuestros representantes. Lo mejor que nos puede pasar hoy en el Congreso de los Diputados es dar satisfacción a esa necesidad popular. 

¡Queremos mentiras nuevas! Estamos hartos de historias vulgares como no saber, no ser consciente o no enterarse de nada. No podemos aguantar más que nos pongan cara de víctima ante una falta a la confianza. No podemos soportar más que nos digan que “todo fue una deslealtad”. No cuela. Todo eso son excusas de mal pagador. Y si es cierto, también les convierte en responsables in vigilando. Tampoco queremos que los causantes del problema nos ofrezcan, como solución, nuevas medidas que van a incumplir tanto, o más, que las anteriores. ¿Es que acaso no había una ley de financiación de partidos políticos que ha sido brutalmente infringida por todos los partidos que la aprobaron? Ante la imposibilidad de la verdad, ¡queremos mentiras nuevas! Con un par. Y cuanto más increíbles mejor. 

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