Hay gente que trabaja menos que Sánchez en España. ¿Quiénes son? Nadie les pone cara. Los señores de la famosa Junta Electoral Central. Yo quiero ser uno de ellos. Sánchez tampoco hace nunca nada más que viajar en aviones privados, pero como yo no tengo ese complejo de nueva rica del presidente, que necesita volar en jets de 22 millones de euros para aplacar su ego, me quedo con las tareas de un miembro de la JEC. Se ponen a valorar cada lona que coloca Vox —Agenda 2030, coste de los menas…— para acabar concluyendo que sí, que los carteles que solo enuncian verdades se pueden colgar. Le pone alguna multa, pequeñita, todo hay que decirlo; a la portavoz del Gobierno cuando hace campaña demasiado descarada desde la Moncloa. Pero ya.
¿Que el PSOE compra votos en Mojácar? La Junta electoral callada. ¿Que los compra en Melilla de la mano de sus socios islamistas? La Junta Electoral amplía el plazo de votación por correo. Yo no sé si de verdad no tienen competencias o solo son muy cobardes, pero si no se van a anular al menos las votaciones por correo en estas dos ciudades, podríamos disolver la Junta Electoral y ahorrarnos lo que cuesta. Normal que Bolaños se atreva a ir al pueblo almeriense de los detenidos por sobornos a cambio de votos y decirle al candidato que su «olfato» le dice que va a ser alcalde.
Nos lo dice el olfato a todos los españoles que sabemos cómo se las gasta Sánchez con los recuentos detrás del telón. Que nos tongasen con el voto por correo, si no lo habían hecho ya, cosa que dudo, era solo cuestión de tiempo con los socialistas a los mandos. Cada uno tiene que dedicarse a lo que se le da bien, y a ellos lo que se les da bien es el fraude. Aunque reconozco que he disfrutado un poco viendo a los intelectuales liberales que nos explicaban una y otra a los que albergábamos serias dudas de que «el voto por correo en España no se puede manipular» pasmados ante la realidad.
Tampoco ha tenido a bien la Junta Electoral de Madrid obligar a Podemos a retirar una lona en la que se señala a un ciudadano anónimo, el hermano de Isabel Díaz Ayuso, culpándolo de delitos de los que la Justicia lo exonera. Los actos que vulneran el honor por lo visto no tienen nada que ver con ellos. Mejor, porque así yo puedo confesar sin miedo a una multa, que al ver colgado semejante tamaño de cartel, pensé que se trataba de la colada de Pam.
No puedo ocultar que me alegro de que termine ya la campaña electoral. Mi tolerancia a la vergüenza ajena es muy escasa. La danza de la lluvia de Reyes Maroto de la última semana con dos señores semidesnudos ha superado lo humanamente soportable. Solo queda esperar que los ciudadanos que estamos llamados a las urnas este domingo utilicemos correctamente la jornada de reflexión y pensemos en cuál ha sido el único partido con un discurso sin estridencias, igual en toda España, sin ataques personales a las otras candidaturas y que no promete loterías para unos con el dinero de todos sino la reducción inmediata del gasto político que pagamos involuntariamente casi todos los españoles. Y que obremos en consecuencia.
