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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

A Rajoy le compran seguidores

5 de septiembre de 2014

Corre por la red el rumor, desatado desde cuentas cercanas al partido Podemos, de que el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, habría comprado días atrás seguidores en Twitter, con el fin de tener más adeptos virtuales que Pablo Iglesias, el carismático político del partido 2.0 que considera que rellenar los datos en una web equivale a una afiliación. 

Una práctica ésta, la de la compra de seguidores falsos, típica de principiantes en redes sociales que, buscando satisfacer su ego o una popularidad efímera,  caen en la sencilla trampa.  Fallo que afecta directamente a la reputación online de quien es pillado cometiendo tan burda maniobra: si un perfil de la red es seguido, pongamos como ejemplo, por 60.000 personas y resulta que jamás nadie replica o retuitea nada de lo que ha dicho o nadie le responde, la imagen que estará transmitiendo al mundo es la de que no tiene nada interesante que decir. Además, sus seguidores falsos irán poco a poco dándose de baja o siendo dados de baja por Twitter, no siendo además  el número, sino la calidad, la determinante a la hora de conseguir aumentar los followers. Que es, además, lo que importa. Más vale tener 5 seguidores activos, si entre ellos hay alguno de los conocidos como influencers mejor que mejor, que 500 falsos. Recuerden la teoría de los seis grados de Milgram. El tramposo lo único que va a conseguir tener es una cuenta que pierde followers, además hacer el ridículo. Un pan como unas tortas. Y si es famoso o político, que su mentira –y la transparencia es vital en el 2.0- se dé a conocer al mundo a través de los medios de comunicación.

Hasta hace nada la novatada, que para eso éste mundo es nuevo, lo cometían empresas y políticos, incluso el propio Barack Obama, quien llegó a tener un 70% de seguidores falsos o inactivos en Twitter.  Todos tenemos seguidores falsos. Pero cuando el número de estos supera al de los reales, mejor volver a la pluma y el papel.

Pues bien, es cierto que hay numerosas empresas fácilmente localizables en la red que se dedican a la venta de seguidores.

Pero lo que le ha sucedido a Mariano Rajoy, a quien estos días atrás han comenzado a seguir más de 50.000 perfiles, muchos de ellos árabes o simples huevones de la red (ya saben, los que no ponen foto en su perfil), la cosa huele, hiede y apesta a que alguien le ha “regalado” followers al presidente para luego sacar la noticia de la supuesta compra y así lograr su desprestigio digital. Algo muy sencillo de hacer utilizando páginas de compra que no exigen el registro con la cuenta de Twitter “beneficiada” por la adquisición.

 

Es la batalla digital, que de limpia tiene poco.  Podemos.

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