El Comité Ejecutivo Nacional del PP de este lunes no ha sido tan ordinario como han querido trasladar sus asistentes. A primera hora de la mañana ya se veía venir que Mariano Rajoy no iba a despejar la incógnita que ocupa todavía el lugar del cabeza de cartel del partido a las elecciones europeas del 25 de mayo. Y así fue: el presidente no soltó prenda para desesperación de casi todos, periodistas incluidos, que a todos aburre ya esta espera y exaspera la incertidumbre, menos al líder “popular”.
La cuestión es por qué Rajoy se resiste a confirmar que Miguel Arias Cañete encabezará las listas del PP a Europa o a sorprender con un “número uno” diferente. Y la respuesta está en el reparto del jugoso poder europeo que habrá que acometer después de pasar por las urnas, pero que se negocia en la trastienda diplomática desde el pasado día 5 en Dublín. En función de los puestos de peso que España esté cerrando en estos días organizará Rajoy el baile de nombres. Si es una vicepresidencia de la Comisión, si una Comisaría de calado, si la presidencia del Parlamento Europeo o la del Eurogrupo… Será eso, y no la campaña electoral interna, la que decida quién encabeza las listas del PP y quién se queda en la reserva para ocupar los cargos pactados.
Y ahora es cuando llegan los políticos a decirnos que el voto en Europa es muy importante y muy serio porque nos jugamos nuestro futuro; que hay que participar de forma rigurosa y que todo es para nosotros y por nosotros. Que también es sin nosotros lo añadimos quienes observamos desde el tapete cómo las cartas vuelan por encima de nuestras cabezas sin que lleguemos ni a oler la baraja. Que como amarracos andamos. Los partidos políticos necesitan que en las urnas entren las papeletas necesarias para poder ocupar las sillas que se han repartido y, desde ellas, trabajar por mantenerlas en la siguiente convocatoria electoral, en la que volverán a apelar a nuestra papeleta por nuestro bien y por su silla.
Por eso, el nombre de quien se medirá con la socialista Elena Valenciano desde las filas del PP es casi lo de menos. Rellenará su biografía, entrevista, fotos y declaraciones mucho espacio en los medios; alimentará a la bestia unos días y puede incluso que encandile a los votantes. Hasta ahí, bien; a partir de ahí, es conveniente ser conscientes de que todo responde a una estrategia para acaparar cuanto más poder mejor en las instituciones europeas. Es bueno para España y los españoles porque algo mejor se defenderán sus intereses en el seno de la UE, pero mucho mejor es para los políticos que van a ocupar las sillas que se reparten, como naipes, por encima de nuestras cabezas.