Ayer comentaba con una amiga jurista una cena que habia mantenido con un grupo de amigos y en la que salió inevitablemente el asunto de los refugiados. La mayoría de los comensales, casi todos de formación universitaria y de clase media alta, se manifestaba abiertamente en favor de la llamada solidaridad con esas personas. Mientras que la mujer que me lo relataba entendía que ese concepto de solidaridad está muy bien, pero que luego viene la realidad y, como sucede en tantas ocasiones, entre el sentimiento y la vida real se abren grietas difícilmente salvables.
Y en verdad esto es lo que está ocurriendo con los refugiados. Ante todo, no se puede negar, existe un problema humanitario, exacerbado por la aparición de esa fotografía del niño muerto en la playa, que evidencia que en ocasiones una fotografía de semejante porte produce una conmoción emocional muy superior a ver interminables filas de pobres gentes huyendo de sus países. Pero así funciona la mente humana.
Ese impulso de solidaridad llevó a Alemania a practicar una política de máximos y a sostener que a toda costa habia que recibir a los refugiados. Y es que conviene recordar que la ONU en general y la UE en particular han aprobado un Estatuto del Refugiado concediendo derecho de asilo a quienes se encuentren en semejante situación. Por tanto, en principio, si se hace honor a los compromisos, no se puede negar el asilo. No solo es cuestión de solidaridad sino, además, de legalidad.
Pero de nuevo estamos en el mundo de la teoría. Ahora viene la realidad. Y esa se constituye por varios hechos. Primero, la cantidad de refugiados excede en mucho a lo previsible y eso genera un problema envergadura. Segundo, los países de la UE no se ponen de acuerdo y fracasa la reunión de ministros de Interior,evidenciando, no sólo qué es en realidad la Unión Política Europea, sino. además, que esa solidaridad si la practican otros, bien, pero cuando se trata de acoger refugiados en cada país, las cosas cambian. Tercero, que algunos de los refugiados no son tales sino que se introducen en ese tumulto lo que podríamos llamar inmigrantes puramente económicos. Cuarto, que incluso aparecen elementos del yihadismo envueltos y ocultos en esa masa gigantesca de personas.
Resultado: que las políticas iniciales de acogimiento comienzan a tener problemas serios. No solo Dinamarca, Hungría y Austria han puesto limitaciones sino que de hecho la propia Alemania retrocede en su “solidaridad” inicial. Y es que la realidad se impone-
Lo malo es que estos refugiados provienen de guerras en esos países, singularmente Siria, y habría que ver la responsabilidad de Estados Unidos en los procesos de desestabilización de la zona y en la aparición de esos movimientos extremistas. El mundo Occidental no quiere darse cuenta de la verdadera amenaza que para el mundo representan los movimientos y gobiernos extremistas de esos países. No quiere asumir que han declarado la guerra a Occidente. No quiere aceptar que tienen medios materiales y personales para ocasionar en actos de terrorismo verdaderas catástrofes en Occidente. Y no puede ser que permanezca sin mover un dedo o con política de gestos. No soy experto en Política Internacional, pero creo que hay que ir a la causa de una vez, a erradicar el problema de una vez por todas, y no solo ni principalmente por los refugiados, sino por la seguridad de Occidente. Si no lo hacen me temo que pronto tendremos un nuevo desastre ocasionado por esas gentes que matan, torturan, queman vivos a personas humanas, adoctrinan niños, destruyen edificaciones y monumentos que son patrimonio de la humanidad…