El desastre electoral cosechado por los socialistas en las elecciones municipales del pasado domingo ha sido tal que casi nos hemos olvidado de la tercera dama de Francia, que desbancó a la segunda, que creía haber desbancado a la primera. Sin embargo, los vaivenes de las faldas en el Eliseo tienen consecuencias inesperadas, como el voto a la derecha en una república que se cree más de izquierdas, más atea y más moderna de lo que es.
Y así es cómo hemos dejado de hablar de la actriz Julie Gayet, la amante del presidente francés, François Hollande, y de la periodista Valérie Trierweiler, la segunda dama francesa hasta hace cuatro meses, para traer de nuevo a las portadas a Ségolène Royal, la política socialista que pudo presidir Francia si no hubiera sido por Nicolás Sarkozy, que fue pareja de Hollande durante 30 años y que es madre de sus cuatro hijos.
Ségolène Royal será ministra de Ecología en el nuevo gobierno diseñado por Manuel Valls, sucesor del ‘dimitido’ primer ministro Jean-Marc Ayrault tras el varapalo de las locales. Y no vuelve Royal a las primeras planas como primera dama, por la relación que pudiera unirla al presidente, sino por su trabajo. Como lo hizo cuando ganó la candidatura de su partido a las presidenciales que perdió. Por eso vuelve. De Gayet y Trierweiler nos olvidaremos para siempre a menos que otro escándalo lo remedie o que los vaivenes de las faldas en el Eliseo las coloquen de nuevo en las portadas. No descarten una cuarta dama, que las mujeres batallan por ser la última conquista y los hombres gustan de ser la primera, lo que no deja de ser, en este caso y sin que sirva de precedente, un claro error de las mujeres.