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Abogado. Columnista y analista político en radio y televisión.
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Reivindicación del africanismo español

4 de agosto de 2021

El centenario del Desastre de Annual ha brindado la oportunidad de recordar aquel espantoso episodio de nuestra historia contemporánea. La retirada y el asedio de Monte Arruit simboliza el horror de aquella derrota. La traición de los rifeños rebeldes y el asesinato de unos tres mil soldados españoles que habían pactado una rendición honorable son ejemplos de la terrible Guerra del Rif. La defensa de Igueriben – el comandante Benítez enviando el famoso mensaje “Sólo quedan doce cargas de cañón que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición”- y las cargas del Alcántara para proteger la retirada de sus compañeros, entre ellas la única carga al paso que registra la historia, deberían suscitar admiración y respeto unánimes. No fueron los únicos episodios de heroísmo. Ahí está la defensa de Nador, que un puñado de guardias civiles y soldados de la guarnición logró sostener entre el 24 de julio y el 2 de agosto de aquel año fatídico. Aquellos días permitieron ganar un tiempo precioso para evitar la caída de Melilla. Los hombres de Abd el-Krim llegaron hasta las inmediaciones de lo que hoy es el Barrio del Real, pero la ciudad aguantó. El 25 de julio llegaron los legionarios. Melilla se había salvado. 

Por supuesto, son muchas las voces que, una vez más, han repetido los tópicos sobre la Guerra del Rif y, más en general, sobre el africanismo español. Desde las acusaciones de fascismo que se lanzan sobre los oficiales del Ejército de África hasta las críticas a la política española hacia Marruecos desde el siglo XIX -ya saben colonialista, imperialista, etc.- hemos escuchado, de nuevo, las mismas voces que llevan resonando en España desde hace más de cien años. Cualquier día los nacionalistas vascos y catalanes unidos a Podemos y sus aliados pedirán la retirada de los leones del Congreso de los Diputados, fundidos con el metal de los cañones capturados al enemigo, so pretexto de que son un símbolo del imperialismo y el fascismo.

Desde Joaquín Costa hasta Iradier y su expedición al río Muni, el interés de España por África no fue sólo político, sino cultural

Sin embargo, yo creo que estos 100 años del Desastre de Annual brindan la ocasión de reivindicar el africanismo español. “Africanista”, por desgracia, es un término cuya connotación militarista evoca los ecos del 18 de julio de 1936 (aunque, en realidad, todo empezó en Melilla un poco antes, el 17). Africanistas fueron los misioneros, los profesores y los investigadores que, desde las más diversas disciplinas, profundizaron en el conocimiento tanto de los territorios españoles en el norte de África como en la zona del Protectorado.

José Antonio Ramón Lerchundi Lerchundi (1836-1896) -llamado en religión José María de San Antonio- misionero y arabista, ejemplifica un elenco brillante de estudiosos que desarrollaron la cultura y la educación en Marruecos. Enterrado en la catedral de Tánger, Lerchundi fundó la primera imprenta hispano-árabe de Marruecos. Sus libros “Rudimentos del Árabe Vulgar que se habla en el Imperio de Marruecos” (1872), “Crestomatía Árabe” (1881) y “Vocabulario español-arábico del dialecto de Marruecos” (1893) han destacado por derecho propio en los anales del arabismo y el africanismo de España y del resto de Europa. Su labor misionera través de casas y colegios hoy nos resulta admirable. 

Deberíamos hablar más del africanismo español y hacerlo con orgullo y sin complejos

Lerchundi no fue el único. Desde Joaquín Costa hasta Iradier y su expedición al río Muni, el interés de España por África no fue sólo político, sino cultural. Se dirá, desde luego, que las sociedades geográficas eran parte de la empresa colonial, pero esto no impide reconocer el valor de sus investigaciones. Ahí están publicaciones como la “Crónica Naval de España” (1885), “Historia Geográfica” (1860), el “Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid” (1876), la “Revista General de la Marina” (1877), la “Revista de Geografía Comercial” (1885) y la “Revista de Geografía Colonial y Mercantil” (1897). 

Deberíamos hablar más del africanismo español y hacerlo con orgullo y sin complejos. España no sólo se proyecta sobre Europa y sobre América, sino también sobre el Mediterráneo. En África está parte de nuestro territorio nacional y hacia ella ha mirado la política exterior, con esperanza o con recelo, desde la Edad Media. Generaciones de españoles nacieron en Tetuán, Larache, Alcazarquivir y otras ciudades marroquíes. En ellas floreció la cultura española. Fue Ángel Vázquez Molina, un escritor español, quien mejor describió, en “La vida perra de Juanita Narboni”, el ambiente único del Tánger internacional que murió con la independencia de Marruecos. Para un español, pasear por Xauen o por Nador es también visitar un lugar de su propia historia. 

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