Como si despertaran de un largo sueño y la realidad no fuera del todo con ellos, los liberales centristas de la Gran Neurona demoliberal, en España todos asociados al PP, sus terminales, el institucionalimo más lubricado y el pasadizo áureo que se abrió desde Ciudadanos (los extintos, qué fea palabra llena de alivio es extinto), llegan ahora para decir la suya en todo este espinoso asunto de la libertad de expresión.
Como la derrota de la izquierda americana (o dicho de otro modo, el triunfo de Trump) es palmario, y como en España el discurso de las fake news y la desinformación se lo ha quedado Sánchez, su archienemigo, ellos vienen ahora a hacerse fuertes en una especie de nuevo centro ingenuo y sorprendido (como el eructo de una top) entre los iliberales de la derecha y lo no liberal de la izquierda, mediando en un asunto en el que nunca estuvieron o, si estuvieron, fue permitiendo que la mitad de población americana y un porcentaje importante de la española fuera sometida a un escarnio incivil.
Ellos patrocinaron y promocionaron la idea de que, desde el 2016, había un problema con la Verdad: era la posverdad, se acordarán. Esto no fue un invento de Sánchez y sus aguerridos pelotas, fueron ellos los que pedían un Ministerio de la Verdad. Ahora que el discurso queda en manos del sanchismo se percibe hasta un desdén de clase: la preocupación por la calidad de los materiales de la conversación pública, de repente, se hace grosera, cutre, pobretona.
Y les queda lo de siempre: ¡No era esto! ¡No era esto!
Pero todo este tiempo ellos han estado junto al Partido Demócrata, junto al PSOE, junto a la UE, poniendo a parir y demonizando (o diabolizando, para saciar su sed de chic) a la derecha intolerable.
En las últimas horas se van desgranando, como un goteo mal disimulado, las reubicaciones, las calladas retractaciones, las recolocaciones… Se percibe el parpadeo del GPS cuando se relocaliza. De repente, ellos descubren que Trump, por supuesto no es liberal, pero que los de enfrente tampoco. Y que la censura es asunto peliagudo, que eso de la «desinformación» es una cosa muy tramposa y que la libertad de expresión es un valor fundamental… pero esto ¿quién lo ha defendido desde 2016? ¿Dónde estaban cuando se cerraban cuentas, se ocultaba la realidad, se ponía a los demás en la más absoluta marginalidad?