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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Las seis propuestas de Ciudadanos: sí, pero…

16 de agosto de 2016

La primera reacción que experimenté ante las seis propuestas de Ciudadanos para apoyar la investidura de Rajoy fue la de una contenida satisfacción. El paso dado por el partido de la ciudadanía suponía alcanzar un hito capital en el itinerario hacia la formación de un gobierno que no fuera el resultado de la unión de los socialistas con los enemigos de la libertad y de España, es decir, el populismo neocomunista y el nacionalismo neofascista. Como apunté en mi artículo del 8 de agosto, el apoyo de Ciudadanos era totalmente necesario para que los barones socialistas acaben pidiendo en las próximas semanas un Comité-Congreso en donde dobleguen a Sánchez y le exijan la abstención en la investidura como último gesto antes de apearle de la secretaria general. Por otro lado, la satisfacción provenía de la casi secular esperanza de comenzar a transformar esta oligarquía de partidos en un régimen democrático. No suelo utilizar el término regeneración porque el regeneracionismo, que contiene importantes dosis morales, no ha dado nunca resultado en España y porque, además, en nuestro caso no se trata de regenerar moralmente una oligarquía sino de transformarla políticamente en una democracia para lo cual hacen falta leyes rebosantes de desconfianza y no buenas intenciones basadas en la ingenua confianza en quienes han de llegar al poder, como si éstos, quienesquiera que sean, se fueran a zafar de su condición humana.

Aquí viene, no obstante, mi decepción como segunda reacción, ésta más reflexiva. Las seis propuestas de Rivera son necesarias y deseables, sin duda. Pero no son suficientes y, mucho más importante, no son las verdaderamente determinantes para que se produzca el cambio de la partidocracia a la democracia o, si se prefiere, a un régimen verdaderamente representativo.

La separación de imputados de la vida pública, la eliminación de los aforamientos y la supresión de todo indulto ligado a delitos por corrupción constituyen normas necesarias de buena praxis que mejoran o perfeccionan un régimen político pero en modo alguno alteran las reglas de juego. La partidocracia permanecerá incólume ante ellas. Algo parecido sucede con la limitación del mandato del presidente del Gobierno a un máximo de ocho años. Con esta medida se reducen las posibles corruptelas ocasionadas con el uso prolongado del poder, pero por el hecho de que en la más alta magistratura del Estado un oligarca tenga limitada su estancia no implica que su sucesor no sea otro oligarca surgido en el mismo caldo de cultivo derivado del control absoluto de las listas de partido. No es tanto la duración de la estancia sino la forma de acceder a ella lo que debería preocuparnos primordialmente.

Así llegamos a la cuestión principal. En mi artículo del 12 de agosto reflejé mi decepción por el brusco giro producido en la propuesta de ley electoral de C´s. Pasar de la defensa del sistema mixto alemán que sí que transforma el régimen de poder al desnaturalizar el oligopolio del que disfrutan los partidos hegemónicos a apostar por el ligero retoque cosmético de abrir y desbloquear unas listas que nadie utiliza como se ha podio comprobar en Italia y en nuestro Senado durante cuarenta años, con el añadido absurdo de una mayor proporcionalidad que en nada beneficia al principio representativo. Porque poco importa que los partidos estén perfectamente proporcionados en su reparto de escaños si los diputados no representan al votante sino a las cúpulas que los convierten en funcionarios de partido. La verdad es que muchos creíamos que esta anomalía antidemocrática era la que Ciudadanos venía a subsanar. Hoy parece que el disgusto por no obtener la misma proporción de diputados que de votos ha hecho mella en sus convicciones, esperemos que temporalmente.

Existe una cuestión más. Si un régimen político se caracteriza por la manera en que los ciudadanos pueden acceder al poder, es decir, por su ley electoral, también lo hace por los mecanismos de control que sobre los poderes se establecen. Y la independencia absoluta del Poder Judicial es el factor más determinante. Nunca me gustó la fórmula que Ciudadanos eligió para garantizar que la política no introduciría sus garras en la judicatura porque sencillamente no se logra con esa propuesta. Pero más lamentable me parece que, con sus notorias imperfecciones, no haya formado parte de las condiciones impuestas a Rajoy. Si tanto preocupan los aforamientos, ¿no sería mejor asegurarse de que, sea quien sea la instancia judicial  que juzgue, se hará justicia con el procesado? Por muy higiénico que sea el igualar los derechos de los españoles a la hora de ser juzgados y por muy anacrónico que resulte en la Europa del siglo XXI una institución jurídica que pretendió en la Edad Media parapetar a los representantes de las ciudades frente a los ataques del rey, su inclusión en las condiciones a Rajoy ¿no lleva implícito el reconocimiento de que el Poder Judicial no es independiente ni justo en sus más altas instancias?

Hay quienes argumentan contra las seis propuestas de Rivera que no tienen apoyo suficiente con la suma PP + C´s para ser implementadas. El hecho de que la mayoría de las soluciones determinantes para destruir la partidocracia precisen de una reforma constitucional no es en absoluto un pretexto para no incluirlas en una lista de condiciones si éstas forman parte del ADN de C´s. Y aunque se requiera del PSOE para su implementación, ese será o sería un problema de los socialistas. Para mí el problema es de mayor calado. C´s ha vendido barato su apoyo, al menos de momento. Se han limitado a lanzar propuestas que siguen basándose en las buenas intenciones del poderoso, lo cual es un error que todos los grandes de la política desde hace muchos siglos conocen. Es necesario partir siempre de escenarios realistas y proceder con sumo escepticismo democrático. Respecto al poder, sólo opera una máxima: “piensa mal y te quedarás corto”.

No obstante, abramos una ventana al optimismo. Si Ciudadanos ha cambiado varias veces de criterio a la hora de decidir el apoyo a Rajoy, a lo mejor mejoran sus bienintencionadas propuestas cuando llegue el momento. En alguna de ellas, sólo tienen que volver a su posición original.

 

@lorenzoabadia

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