Nunca seremos neoyorquinos… ni falta que hace, y menos cuando dos de las parejas de Royals más cotizadas están a un tris de afincarse en el Madrid más canalla. Dice el New York Times que nuestra productividad es baja y se rasga las vestiduras con que nos vayamos de cañas un miércoles cualquiera, pero desde ya podremos acabar las noches en el Tony 2 con un Andrea Casiraghi que reciba el día al grito del “Fallaste corazón”, mientras su promessa sposa Tatiana le espera viendo una reposición del Sálvame Deluxe. Y es que ¿Qué sería del Madrid de toda la vida sin la trifulcas de Rosa Benito y Belén Esteban? De aquí a no mucho podría incluso acontecer un “acontecimiento interplanetario” entre la princesa del pueblo y la it girl y recién princesa monegasca:
“Soy Belén, princesa del pueblo”
“Enchanté, Tatiana”.
Pero volviendo a lo que nos ocupa: los Casiraghi se trasladan a Madrid y lo hacen porque en la capital de España se encuentra una de las mejores escuelas de negocios del mundo, el IE. ¡Toma PISA! ¿Qué decías NYT?
Allí Andrea podrá conocer y codearse con todos los españoles que no están en Ibiza en julio y, aunque sólo sea por ampliar su círculo social, esto ya es un punto a favor. Pero, ¿qué le aporta Madrid a Tatiana Santo Domingo? Salir, beber, el rollo de siempre, meterse mil rayas, hablar con la gente… y en Madrid, si hay una cosa, es gente. Gente dispuesta a acabar la noche en un callejón de Jorge Juan, o comiendo spaghetti bolognesa en un bar clandestino. Con estas noches, difícil lo va a tener la brasileña para encontrar mantones de manila para su web folclórica. Ya estoy viendo a su hermana Munzungu de tapas por “las Letras” mientras Luis Medina apura su oportunidad de enamorar a una jet setter.
Los Casiraghi no son la última Coca-Cola del desierto. Contemporáneamente se instalan en Madrid el hijo de Ernesto de Hannover, por lo tanto ex-hermanastro de Andrea, y su novia, la estilosísima peruana Alessandra- Sassa- de Osma. Como si lo viera venir, o eres de una o eres de otra. O Tatiana o Alessandra. O Montesco o Capuleto. Mónaco-Alemania, Brasil-Perú. Final del Mundial, no hay medias tintas. Como tampoco lo habrá en los primeros sábados de estos jóvenes enamorados.
“¿Qué te pasa?” Preguntará un resacoso Andrea a una desvelada Tatiana.
“Nada”, responderá digna la heredera tras velar la noche como un sereno junto a la cuna de Sacha. Madrid es mucho Madrid, muchos “una copa y a casa” y “esta es la última” hasta que pasado el límite de las cinco y con Juan Peña por bulerías dices “from lost to the river” y te dan, no las dos ni las tres, si no que desnudo y al anochecer no sabes ya si la luna va a tu encuentro o si mejor te coges un taxi.
Eso, si nos ceñimos a la vida capitalina, porque si en un ejercicio de imaginación organizamos una montería con los Windsor, son las tres de la mañana y Harry se debate entre vestirse de las SS o ponerse los ponchos que importa Tatiana del Perú mientras el Príncipe Carlos intenta convencer a Corinna de que se cambie de tampax. ¿Madrid? Si hay que ir se va, pero ir pa ná, es tontería.