«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Sergio Ramos, Hard Science Fiction

12 de diciembre de 2016

Sergio Ramos no sabe quién es Jefferson aunque el otro día echara mano de sus palabras, “cuanto más duro trabajo, más suerte tengo”. Había oído campanas con aquello tan picassiano, “que la inspiración te pille trabajando”. O tan malagueño. Mira, yo qué sé… El tema es que ‘lo de Ramos’ ya supera la explicación coherente. En “¡coño, lo ha vuelto a hacer!”, que dijo Morata, está resumido todo. Kroos se dispone a sacar el córner. Plano fijo de la cámara en Ramos. Se esperan rayos, pero no vemos ni una nube. Y ese vuelo sostenido, ese giro de cuello prodigioso acompañando a la pelota, fluyendo suavemente como la mano del señor K, del relato de Ray Bradbury, deslizándose sobre aquel libro de metal como quien toca el arpa. Y nosotros como el niño que vuelve a abrir el envoltorio de la golosina. Si orgásmico fue ese cabezazo ante el nacionalismo del palco blaugrana, reorgásmico éste ante el ‘Depor’, similar a cuando descubres que la segunda parte de El Padrino es mejor que la primera. Ojalá Carl Sagan volviendo de allá donde quiera que esté realizando un programa especial ‘Ramos inexplorado’ y con la frase de Picasso al fondo, “sí, esa pintura es realista pero no es real”. Os recuerdo que aquel balón de la tanda de penaltis de Champions frente al Bayern aún no sabemos por dónde anda. Para los que daban por muerto al de Camas, “los libros sólo tienen dos olores: el olor a nuevo, que es bueno, y el olor a libro usado, que es todavía mejor”, siguiendo con Bradbury. Y un Bernabéu que celebra (o debería mientras retira con el pie, disimuladamente, tanta cáscara de pipas) el récord histórico de 35 partidos oficiales consecutivos invictos. A Zidane volvieron a tocarle los eggs con lo de la suerte, la potra y la flor de la canela, que la del culo ya la tenía el seleccionador Miguel Muñoz. Yo no sé qué valorar más, si la trayectoria de Zidane o la exquisita educación que despliega frente a los periodistas en las ruedas de prensa. Lo de la flor lo soltó Pablo Porta tras aquellas semifinales (1984) en las que España eliminó a Dinamarca en penaltis. Muñoz contestó, “más vale tener eso que otra cosa”. El único inconveniente que le veo yo a esto de Ramos es que ya estará pergeñando el ‘kit celebración’ junto a René. Preparaos tras los capotes de torero, el tatuaje y las camisetas con las caras pintadas de su mujer, sus hijos, sus padres… con lo que nos va a sorprender recorriendo el césped. Para empezar, el sábado estrenaba peinado-raya en el pelo ¡el surco! Si ya lo cantan Manos de Topo, “hay que ser rubia al menos una vez”. Y eso que el día no empezó del todo bien con Morata hincado de rodillas pidiendo matrimonio. Morata más inmóvil que el torero en un estatuario. Ay, Manolete. Sí, confieso, soy más de Mariano. ¿Puede ser Morata carne de ‘realities’ futuros en Telecinco? Ya escribió Ray Loriga, la felicidad como obligación parece la causa de todos los males, una condena. Y todo esto es porque solemos pedirle al amor algo que no le compete. Sobre todo cuando confirmamos aquello de Gómez de la Serna, “daba besos de segunda boca”.  Aún me está dando vergüencita recordar la escena morataniana, pero luego me acuerdo de lo que decía Luis Piedrahita refiriéndose a la vergüenza ajena “como un sentimiento injusto, ¿por qué tengo yo que sufrir si son otros los que están haciendo el ridículo?”, y se me pasa. 

 Mientras ocurría ‘lo de Ramos’, en Valencia los jugadores ‘ches’ permanecían refugiados en el club porque fuera los esperaban hinchas armados y peligrosos, como la película. Ese Levante que sopla en Valencia… Aquello pintaba peor que cuando Liam Gallagher le destrozó la guitarra, antes de un concierto, a su hermano Noel. Prandelli pensando, ¿por qué no me quedaría yo en Florencia visitando los Uffizi? Ahora sólo pide “reflexión, reflexión”. Yo los mandaba mejor a una montaña sin cobertura 4G. Un Valencia justito de fuerzas, cogido con alfileres, manso…a este Valencia no lo levanta ni el mejor monosabio como al caballo del picador. Era difícil estar más aburrido. Salvo la portería de Alves, una especie de microclima al que no traicionan los nervios tipo Patti Smith en la ceremonia de los Nobel.

Me retiro al minuto 90, lo más cercano a esa posibilidad terrenal de la felicidad. Alzando la mirada a las alturas, a la más pura hard science fiction. Como Bradbury, siempre hay que mirar hacia arriba, perder la mirada en el cielo.

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