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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Serpientes de verano

5 de agosto de 2016

Casi todos los veranos tienen su ‘tema’ financiero. Los mercados reaccionan a algo que no se esperan, cuando en las mesas están becarios y segundos niveles mientras los jefes se aplican al ‘ferragosto’. El verano de 2015 se estremeció financieramente con China. La bolsa china se desplomó y el gobierno reaccionó con medidas intervencionistas que reafirmaron los peores temores sobre el sometimiento de la economía al gobierno chino y al Partido Comunista. La gran máquina de crecimiento de la economía mundial podía frenarse, con un gobierno que a fin de cuentas no estaba comprometido con la economía de mercado. En diciembre se repitió una mini versión de este miedo, pero en 2016 los peores presentimientos sobre China se han disipado, aunque todo el mundo sabe que se esta reduciendo su crecimiento, que lo continuará haciendo, porque padece de un exceso de endeudamiento e inversiones no rentables, aunque desde una montaña de ahorro y reservas.

El principio de agosto de 2016 va por otros derroteros. El yen se aprecia mientras la FED no acaba de normalizar su política subiendo tipos, aunque sólo sea 0,25 puntos básicos, y los mercados apuestan por que no lo hará este año; la deuda pública de las principales economías toca nuevos mínimos, en Alemania y Japón a tipos negativos. Pero el crecimiento del segundo trimestre es menor en USA que en la EU y en ambos decepciona. Las bolsas se conmueven y el  enésimo ‘stress test’ del sector bancario europeo no da tranquilidad, mientras los intereses negativos hacen dudar del negocio bancario de cara al futuro.

Las dudas este verano no son sobre una inmensa economía emergente con un sistema político de partido único, sino sobre las tres mas importantes economías de los países desarrollados y democráticos, con rentas per capita que triplican la de China.

Ahora no se trata de dudar de la verosimilitud de las estadísticas, sino de la capacidad real de las autoridades económicas para relanzar el crecimiento. Algo que llevamos tiempo dudando, pero a lo que se añade el factor político: la desigualdad en los países ricos esta alterando los mapas electorales y los llamados populismos pueden ser gobiernos aquí y allá. Esta tesis, totalmente aceptada por los mercados, plantea la posibilidad de que la globalización y la expansión del libre comercio hayan llegado a su límite.

Así, si la crisis del 2008 puso en la picota el prestigio occidental en política económica, las elecciones 2016/17 podrían desviar el curso ininterrumpido de la política centrista y pro apertura comercial de los países desarrollados.

 

Puede que los nervios del verano den paso una vez más a un asentamiento de las cosas: que Clinton sea presidente, que la FED normalice los tipos, que la zona euro crezca con algo de inflación, que los votantes franceses e italianos no sigan el Brexit, los ingleses lo rectifiquen y los países emergentes se apoyen en los tipos negativos de los desarrollados para atraer capital ¿Por qué no va a ser así? En España después de 30 años centristas , basados en el bipartidismo, parecía que íbamos a dar un  brusco viraje, pero al final puede que vayamos hacia el gobierno más plural y centrado.

También es cierto que la crisis financiera del 2008  que produjo la Gran Recesión se anunció inequívocamente en el verano de 2007.

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