«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

Sexocracia

14 de marzo de 2023

Cincuenta y cinco años después, la nueva izquierda ha cumplido sólo con la segunda parte de esa pintada que apareció en el próspero barrio de Saint-Germain (Odéon) sugiriendo «desabrochar el cerebro tan a menudo como la bragueta». Tanto se la han bajado, la bragueta, que ya no hay espacio para el cerebro; o bien han situado éste a nivel de la entrepierna. Ése era el plan, embrutecernos.

Hasta el monotema siempre. Volvemos a lo de «gozar sin límites» gracias al fetichismo de la mercancía, esencia cultural de la «sexocracia» que nos hemos dado. Pero hoy, contrariamente a 1968, la novedad es que lo humano empieza a ser prescindible. Hablo del macho, claro está.

Según la cuchipandi que opera en el Ministerio del «gustirrinín», los hombres son autoritarios, violadores, y es llamativo que el gineceo todavía se sienta atraído por ellos. Por eso hay que ir pensando en emanciparse. Una vez más. El maromo ha de devenir en algo accesorio, reemplazable por otro accesorio: un estimulador sexual eléctrico; una «machine» que mata fascistas, según la secretaria de Estado Ángela Rodriguez «Pam». No sé si un comando de satisfyers hubiera podido desbaratar la marcha sobre Roma, pero seguramente la ocurrencia habrá provocado que el pobre Woodie Guthrie se revuelva allí donde la tierra le es leve. El cantautor grabó en su guitarra la consigna ahora rescatada por Pam («Esta máquina mata fascistas») y así, como si de un Ismael Serrano vintage se tratara, combatió el totalitarismo.

Es bien conocido. Cada vez que la neoizquierda evoca el fascismo no se refiere a lo que ya Pasolini entendía en 1973 como algo «arqueológico», «muerto y enterrado». Es otra cosa. Suele tratarse, por regla general, de toda institución que se oponga a la víctima, nuevo sujeto revolucionario venido para sustituir al olvidado trabajador.

Esa publicación de Instagram colgada por la secretaria de Estado de Podemos, la foto de un cesto metálico típico de hipermercado, con sus cajas de «satisfyers» y el eslogan que hizo célebre a Guthrie, describe a la perfección el antifascismo contemporáneo. Lo importante para algunos ya no es dónde se fabrica el juguete sexual, por quién y en qué condiciones, sino su calidad emancipatoria y «liberadora». Ésta se contiene en un artilugio producido en serie, un exponente ideal de la sociedad de consumo que es apisonadora humana, algo de lo que no echa cuenta la servicial izquierda de nuestros días.

Si bien su corpus ideológico comienza a construirse en los años 30 del siglo pasado, en la práctica, la neoizquierda no nace de un deseo de justicia social, sino puramente sexual. Recordemos que la urgencia de picar flor en los colegios mayores femeninos de la Universidad de Nanterre es el desencadenante histórico de la obsesión que hoy rodea las cuestiones gonadales y también de su elevación a categoría política. En lo que toca a esto último, el valleinclanesco «amor de los efebos» es el ejemplo más paradigmático.

El Ministerio de Igualdad lanzó el pasado 8M una campaña con el lema: «Y ahora que ya nos veis, hablemos». Dicen que persiguen una educación sexual para la igualdad. La insistencia sermonaria en estos asuntos es agotadora. La pretensión de visibilizar traumas particulares, de entretenernos con gerontosexo, sordidez y marginalidades, funciona regular como distractor de los problemas que verdaderamente importan.

El parque temático del feminismo hace tiempo que está tan pasado de rosca que resulta soporífero. Devolver la intimidad a la esfera privada sería una gran manera de que el misterio reavivara el deseo. Y de que la rememoración de ciertas imágenes de propaganda ministerial no lo arruinaran.

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