El aparente giro mostrado por Artur Mas para la consulta del 9 de noviembre forma parte del teatro montado en pro de una independencia que no desea. Incluso, la dolida reacción del más radical, como Junqueras, es parte del espectáculo. Conseguirán así más dinero que si fueran independientes, ya que Rajoy les seguirá pagando cada vez más, creyendo que así mantiene controlado a Mas. La situación, incluso, va empeorando, ya que los nacionalistas aumentan el adoctrinamiento, sobre todo en la juventud catalana; en los centros escolares han incrementado ya la campaña contra el Estado español: “nos acusan de ir contra la Constitución, que atentamos contra el derecho de todos los españoles, que malversamos los fondos públicos, que prevaricamos, que somos un pueblo hostil, que estamos dividiendo a los catalanes, que nos alejamos de Europa, nos quieren llevar a los Tribunales, etc. etc. etc.”.
Recordemos un reciente documental en televisión donde niños catalanes de 8 a 10 años daban su opinión sobre la situación en Cataluña: “los impuestos que pagamos aquí se los llevan a Madrid, y claro, esto no puede continuar así”, decía uno de los chicos adoctrinados; las opiniones del resto eran igualmente patéticas. De esta forma la minoría radical seguirá creciendo en las generaciones futuras, aunque los líderes del momento seguirán fomentando una representación teatral que les permita continuar asidos al cordón umbilical del Estado que les aporta unos ingresos que no merecen, y que nunca obtendrían desde la independencia, que, además, no desea la mayoría del pueblo.
No aprenderemos nunca la lección que nos ha dado Canadá e Inglaterra, autorizando los referendums de Quebec y Escocia, que perdieron, como vaticinaron las encuestas, igual que en Cataluña. Si algún día aprendiéramos la lección, se autorizaría el referendum en Cataluña, y se pondría fin al problema para siempre. Que Cataluña robe al resto de España, y les hagan creer a una minoría que es España quien roba, es todo un arte político. A ver quien para eso.