«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Simulacro de transparencia

24 de diciembre de 2014

Lo que acaba de hacer el Gobierno informando sobre los sueldos de los políticos, no deja de ser una farsa o intento de despistar al personal simulando una transparencia que no existe. A nadie le interesa el sueldo que tiene un político, lo que nos interesa saber a todos es lo que realmente entra en sus bolsillos durante el año, pero teniendo en cuenta todo aquello que, de una u otra forma, se transforma en dinero a través de privilegios, poder, influencias, corruptelas, etc. Se dice que el político en España gana menos que el de otros países europeos. Los que creen esto, no sólo tienen razón, sino que, además, están equivocados. Para empezar, no cabe duda de que el costo para el mantenimiento de la raza política en este País resulta muy superior al de cualquier otro Estado democrático, por el excesivo número que tenemos, y padecemos. Este dato se desmadra si hablamos de lo que produce, o rinde, con su trabajo un político español (respetando las honrosas excepciones) Pero, además, hay que sumar lo que ganan al traducir en dinero contante y sonante lo que ahorran por los conceptos que ya hemos señalado; es decir, por todo cuanto les viene dado por las leyes que han aprobado ellos, y para ellos, al margen de la opinión del pueblo, que es quien les aga; coches con chófer, tarjetas de crédito con amplias coberturas, o sin límite, los bono-taxi, dietas por desplazamiento dentro de las mismas ciudades donde residen, y viven algunos, y otras innumerables prebendas (algunas desconocidas aún) que representan un valor incalculable y que no lo reflejan en la nueva Ley de Transparencia. Algunos valores son tan incalculables que, a veces, tiene que calcularlo la Justicia… Los políticos europeos (sobre todo los gobernantes, como aquí) carecen de los “sustentos colaterales” (que no daños) de que aquí gozan y disfrutan los nuestros; viajan en metro, en autobús, o en clase turista en los aviones, las tarjetas de crédito tienen un control férreo y el mínimo uso indebido, por poca que sea la cantidad, hace presentar la dimisión al responsable, y, en definitiva, no tienen ninguno de los privilegios de nuestros gobernantes. Se mire como se mire, nuestros gobernantes y políticos más destacados, por su excesivo número y prebendas exclusivas en el concierto político civilizado, añadidas al “sueldo legal transparente” hace que ganen unas cifras muy superiores, y que resulten los más caros del mercado europeo ¿A quien le interesa conocer una parte de lo que ganan nuestros gobernantes? Por si fuera poco, nos quedamos con la desesperanza de que nuestra raza política autóctona es una especie animal en peligro de no extinción.

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