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La Gaceta de la Iberosfera
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Madrid, 1974. Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, colegiada ICAM. Gestión Pública (IESE). Dirección de Empresas del Sector de la Automoción (IE). Consejera Política. Asuntos europeos, empresariales y sector público.
Madrid, 1974. Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, colegiada ICAM. Gestión Pública (IESE). Dirección de Empresas del Sector de la Automoción (IE). Consejera Política. Asuntos europeos, empresariales y sector público.

Soberanía y democracia

1 de abril de 2022

Este domingo, el pueblo húngaro celebra elecciones legislativas y un plebiscito sobre la protección de los menores ante el adoctrinamiento LGTBI y de género, la pornografía online y la pederastia. El partido del actual primer ministro, Viktor Orbán, el Fidesz, encabeza todos los sondeos y, salvo sorpresas, es más que probable que revalide su mayoría absoluta.

Orbán, que vivió y luchó contra el régimen comunista dominante en Hungría hasta su caída en octubre de 1989, no se ha resignado nunca a ser devorado por los totalitarismos –tampoco por el actual orden híbrido globalista. Por eso se presenta ante los ciudadanos con un programa propio que ancla sus raíces en el Cristianismo, en una visión tradicional de la familia como núcleo natural y fundamental de la sociedad y en la defensa de la soberanía nacional de Hungría en Europa.

Su Gobierno, elegido en tres ocasiones por mayoría de dos tercios, se niega a someterse a la imposición ideológica que representa la corrección política que en la Unión Europea ha empujado a los partidos de centro derecha tradicionales hacia la izquierda. Y como en Hungría hace 33 años que todo el mundo es libre de decir lo que piensa y de votar lo que quiera, el próximo 3 de abril, con ocasión de estas elecciones cruciales, el pueblo húngaro también tendrá la ocasión de pronunciarse sobre una cuestión fundamental para su futuro: el modo en que los padres desean educar a sus hijos en las cuestiones relativas a su comportamiento y relaciones sexuales.

El único propósito del Gobierno de Orbán es la protección de los niños. Las escuelas no podrán, por tanto, estar en conflicto con la voluntad de los padres

Como ya sucedió en 2017, cuando el gobierno de Orbán tomó la delantera y le pidió al pueblo húngaro que se pronunciara sobre las cuotas obligatorias de inmigrantes que Bruselas y Berlín insisten en imponer, tampoco sobre esta cuestión capital para el futuro de Hungría y de Europa serán consultados el resto de ciudadanos europeos cuyos gobiernos relativizan la soberanía nacional y menosprecian la soberanía popular.

El plebiscito, que fue anunciado el 21 de julio por el primer ministro, constituye un ejercicio de libertad, de la democracia directa del pueblo húngaro en respuesta a los ataques externos e internos contra la nueva Ley Nacional de Protección de los Derechos de la Infancia y de los Padres. El objetivo de la ley es triple: proteger a los menores lo más ampliamente posible contra los delincuentes pedófilos, impedir su acceso a contenido sexual en cualquier soporte y librarles de la tenebrosa ideología de género que impera como religión de Estado en la mayoría de escuelas europeas.

La nueva legislación húngara presentada al Parlamento por los diputados de Fidesz nace en un contexto de aumento preocupante del material de abuso sexual infantil en Internet. Su contenido es endurecer las sanciones por delitos de pedofilia y ampliar el sistema de herramientas para prevenir este tipo de delitos. Una necesaria protección a los menores, que a través de plataformas en línea acceden a contenidos y publicidad abusiva, y cuyos proveedores de servicios web y en virtud de la actual legislación europea aplican medidas voluntarias para detectar, denunciar y retirar contenidos de abuso y explotación sexual infantil en Internet.

Con esta nueva norma de indiscutible competencia nacional, el único propósito del Gobierno de Orbán es la protección de los niños, estableciendo también con claridad que sólo los padres pueden decidir sobre la educación sexual de sus hijos. Las escuelas no podrán, por tanto, estar en conflicto con la voluntad de los padres; sus charlas podrán como máximo ser complementarias y su forma y contenidos deben estar claramente definidos y sujetos siempre al consentimiento de los padres. 

Hungría no está sola. Al menos media Europa, la original, rechaza la pérdida de sus tradiciones y de su identidad

Yo lucho por los derechos de los homosexuales. Yo luché contra el régimen comunista. La homosexualidad estaba entonces prohibida y yo luché por su libertad y sus derechos. La ley no se centra en los homosexuales. Se ocupa del modo en que los padres desean educar sexualmente a sus hijos”, declaró hace poco el primer ministro húngaro anticipándose a la acusación de Bruselas, que interpretó la ley como ‘homófoba’.

Pese a los constantes ataques contra la identidad de las naciones que las élites de Bruselas han puesto en marcha, Hungría no está sola. Al menos media Europa, la original, la de los países del Este, la de las naciones del Mediterráneo y buena parte de los pueblos que rechaza la pérdida de sus tradiciones y de su identidad, está fortaleciendo y consolidando sus posiciones. 

Así pudo verse con ocasión de la Cumbre de Madrid convocada por VOX en diciembre pasado, donde Santiago Abascal, acompañado de sus socios europeos, lanzó un claro mensaje reivindicando el proyecto originario europeo, los valores de Occidente, la defensa de sus fronteras, la protección de la familia, la preservación de sus tradiciones y su identidad y la defensa a ultranza de la soberanía nacional.

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