«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
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Actor. Cine, teatro y televisión. Fue diputado en el Congreso de los Diputados y jefe de grupo en las Cortes Valencianas. Actualmente trabaja en 7NN. Dirige y presenta 'ConToni' los sábados por la noche.
Actor. Cine, teatro y televisión. Fue diputado en el Congreso de los Diputados y jefe de grupo en las Cortes Valencianas. Actualmente trabaja en 7NN. Dirige y presenta 'ConToni' los sábados por la noche.

Soltar lastre

6 de diciembre de 2022

Carmen Calvo, tras recibir el prestigioso premio «Carmen Calvo», pide que la Constitución recoja de una vez por todas que mujeres y hombres son lo mismo. Vaya por Dios. Y yo sin conocer ese fallo de nuestra Carta Magna.

Pero repaso el artículo 14 y leo: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

Hay igualdades de las que casi nadie habla: el País Vasco podrá librarse del impuesto a los ricos

A esta señora debieron regalarle su doctorado en derecho constitucional. O lo compró, como hicieron otros. En cualquier caso, no la juzguemos. Es cierto que algún sexo ha acabado siendo más igual que otro. A lo mejor quiere que se refleje lo de la presunción de inocencia. Quizá comparaba hombres y mujeres de diferentes comunidades autónomas.

Hay igualdades de las que casi nadie habla: el País Vasco podrá librarse del impuesto a los ricos. Es una de las regiones más poderosas de España, no aporta a la caja común y además está subvencionada por el resto. Ahora, su élite tendrá privilegios por partida doble. Cataluña copará en 2023 el 40% del fondo estatal para las comunidades autónomas y prevé seguir así diez años más.

Los más pobres de España dedican sus impuestos a cubrir los caprichos de esa pandilla de sinvergüenzas con la bendición de los grandes partidos nacionales.

Cataluña y el País Vasco consiguen cada vez peores resultados académicos a pesar de contar con muchos más recursos para sus estudiantes. Gasto público medio al año por estudiante en España: seis mil euros. País Vasco: nueve mil ochocientos. Así con todo. Y luego tiene uno que aguantar en la tribuna del congreso a Aitor Esteban, el del tractor, sacando pecho y dándonos lecciones al resto mientras gran parte de los medios babean que es un gran parlamentario. Una vez escuché a diputados catalanes y vascos bromear en un corrillo. «Es que si tuviéramos vuestro cupo no nos íbamos ni de coña», decían unos a los otros.

El retraso en los resultados académicos es el precio que se paga por no educar a los niños en su lengua materna. Pero eso importa poco a sus élites. Educan a su prole en la privada y viven del cuento separata.

Esta semana, se quejaban en las redes de que la película Avatar, en su versión catalana, no había vendido una sola entrada. ¡Como para permitir la libre elección de lengua en las escuelas! En algunos barrios de Barcelona los jóvenes hablan más el árabe que el catalán. Es el resultado de la imposición.

Hay que soltar lastre. Que dejen de chulearnos o que se vayan

En la Comunidad Valenciana y en Baleares ya sufrimos la misma historia. Y cuando escucho vender las «cooficialidades amables» del bable o el futuro andalú, me entra la risa. Los camellos te regalan las primeras dosis de droga. Queda el alivio de los tontos. Saber que esta banda nacionalista de inútiles, a pesar de contar con todas las ventajas y de vivir del cuento, sostenidos por el resto de españoles, a pesar de todo eso, se está hundiendo económica, social y lingüísticamente. Eso sí: exactamente igual que estamos haciendo el resto. Qué alegría más chorra. Caemos cogiditos de la mano.

La izquierda decidió cargarse el delito de sedición para comprar unos días más en La Moncloa. La excusa era armonizar penas con el resto de Europa. Armonicemos: en muchos de esos países se prohíben los partidos separatistas o se impone un porcentaje mínimo de votos para evitar que los nacionalistas estén representados en el Parlamento. Que se vayan al Senado. Así impedimos la anomalía que Otegui proclamaba orgulloso: «No hay Gobierno de España si los que nos queremos marchar no lo sostenemos».

Hay que soltar lastre. Que dejen de chulearnos o que se vayan.

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