El presidente catalán Artur Mas llega a la Diada, última estación política antes de su convocatoria de referéndum con sus dos preguntas convocado para el 9 de noviembre en el paroxismo político. No es capaz de encontrar salida y, cada vez más, lo que dice recuerda al niño en que le dejen jugar con una pistola, no se la dan y solo sabe que la quiere. Su terquedad y falta de realismo sorprende, incluso, a unos millones de catalanes que comparten la idea de que el referéndum no es una oportunidad, sino una excusa y que es obligación del gobernante convivir con la realidad, no pintarla.
En su inflexibilidad el dirigente de CiU nos exhibe un sentimiento democrático peculiar. “No permitiremos un frente común para decir no al referéndum, aunque será bienvenido un frente común que vote no, pero en el referéndum”, un sofisma (sin querer ofender a los griegos). La barata trampa dialéctica arranca del “no permitiremos” ¿Quiénes? ¿CiU, con la sede embargada por el “caso Palau”; el defraudador Pujol; o sus hijos imputados? El concepto de democracia interesada de Mas, que dice a España: Ustedes tienen que dejarnos votar la secesión, porque es lo democrático, y luego se olvida del concepto para evitar que se utilice la democracia para darle en los morros. ¿No se puede estar en contra de convocar ese referéndum? ¡Acabáramos!
El propio Mas reconocía antes de verano a la CNN que los catalanes que quieren la independencia son menos que los que no la quieren. Luego es ofender a la mayoría “no permitir” que se unan para defender la Constitución, en la que no cabe una consulta unilateral de los catalanes para separarse de España. Ni cabe que el Presidente de la Generalitat convoque tal consulta, ni que decida la pregunta.
No se puede jugar a Moisés, apostando con el futuro de la gente. El referéndum no es la panacea, la solución; sino el problema y la gente se va dando cuenta de ello. En parte, porque sería irresponsable confiar en el hijo político de un corrupto que tenía un padre evasor y que es el beneficiario de sus capitales evadidos. ¡Sea de verdad un demócrata! Convoque elecciones catalanas anticipadas y sepa de una vez si pierde (como en las últimas) doce escaños o si, sus torpezas les han llevado a perder la confianza de los ciudadanos.
Quiere referéndum, pues este es legal: elecciones catalanas ya. Sepa si son minoritarios o no los independentistas, en una consulta legal que sólo depende de sus competencias. Concurra, si quiere, con un programa electoral de un solo punto: queremos la independencia. Cabe recordar que el apoyo que tiene lo consigue con un programa en el que no se hablaba de referéndum. ¿Eso no ha sido un engaño al pueblo catalán?
Con unas autonómicas anticipadas, Mas dejaría de aburrir a los españoles con su rollo y solucionaría el problema de su “consulta”. Eso si con fuego real, con la posibilidad –me temo que casi segura- de que le manden a casa. No se sí Esquerra o un “frente común” de los constitucionalistas o por ambas cosas a la vez. ¡Deje usted de enredar con el referéndum! No se parapete en las Diadas, ni en las marchas, ni tras las “esteladas”,
salga a campo abierto y defienda sus ideas sin desafiar la legalidad que juró respetar. La mayoría de los catalanes no quieren la independencia. ¿Probamos?