«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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¡Sonreíd, sumisas!

16 de marzo de 2021

El exvicepresidente -qué placer produce escribir ‘exvicepresidente’– es machista, de acuerdo. Muy machista. Es más, supera en esta tara a grandes machistas que a lo largo de mi vida he conocido. Pero el caso Serra es otra cosa. 

Distingámoslo, por ejemplo, del Dinagate –en realidad, el Iglesiasgate-: cuando Pablo dijo que no le había devuelto a Dina su tarjeta con la -paternalista- intención de protegerla de la presión a la que estaba sometida, además de mentir como un bellaco, dejó traslucir la prepotencia inmensa con la que trata a las mujeres. En su mente ese argumento cuadraba. Trató en público a la Bousselham como a una mujercita débil e indefensa. Esto es machismo de manual, estructural y heteropatriarcal, incrustado en el cerebro que habita -para el mal, pero está ahí- debajo de un moño -érase un hombre a un moño pegado, érase un moño superlativo…-. Otra cosa es que ella lo aguantara por las razones que fueran. Se ve que ellas se empoderan y desempoderan en función de las circunstancias. Admirable flexibilidad.

A Iglesias no importa si son listas, preparadas e inteligentes, lo que interesa es que sean muchas. 

Pero Isa no ha sido apartada de la candidatura a la CAM por machismo. Iglesias hubiera hecho lo mismo con cualquiera, con barba o sin ella. La democracia de partido, las primarias —que ganó Serra en Madrid— y el feminismo le son prescindibles en función de sus intereses. Él vive por y para sí mismo; para lo cual hace y deshace a su antojo en el partido, que para eso él es el gallo del corral. Mientras tanto, y si no le incomodan, no tiene ningún inconveniente en colocar mujeres a granel en puestos visibles para dar una imagen de partido que ellos consideran de lo más innovadora. No importa si son listas, preparadas e inteligentes, lo que interesa es que sean muchas. Esta gente se ha incorporado a la modernidad con cuarenta años de retraso y encima están convencidos de que han inventado la pólvora. Podemos y el PSOE han vuelto a poner de moda la mujer florero, quién lo iba a decir. Es lo que tiene la discriminación positiva y la paridad.

También es cierto que si Serra hubiera tenido una mínima talla política más allá de su demostrada -en los tribunales- destreza en reventar cajeros, lanzar botellines, macetas, papeles, piedras y adoquines a las fuerzas de seguridad -que luego critican a Teo por los huesos de aceituna- y su discurso político más conocido no fuera el que le dedicó a una policía -mujer, pero no ser de luz- a la que llamó: «hija de puta, zorra, que te follas a todos los policías municipales. Si fuera tu hijo, tendría que cogerte un arma y pegarte un tiro», quizá, sólo quizá, Iglesias no habría tenido que acudir al rescate de los madrileños para liberarnos del fascismo que nos oprime y, de paso, evitar que Podemos desaparezca en Madrid para siempre. Esto es sólo una hipótesis, claro. 

La cuestión es que Isa se reserva su acreditada agresividad para las grandes ocasiones y recibe el empujón del líder con agrado, incluso como dádiva; da un paso al lado; se retira complaciente, sumisa y, agradecida y emocionada como Lina Morgan, tuitea henchida de orgullo por haber sido desplazada nada menos que por el dueño del cortijo:

https://twitter.com/isaserras/status/1371422123927998465

Al final, sólo dos mujeres -a estas horas, Errejón mediante- presentan su candidatura a la presidencia de la CAM. Ninguna de las dos presume de ser mujer -es una circunstancia biológica como cualquier otra que no afecta a la política-; no nos dicen a las demás cómo comportarnos y ninguna de las dos es de izquierdas. Los votos que reciban no los obtendrán por razón de su sexo, sino por sus capacidades. Qué cosas. Yo a eso le llamo libertad y progreso.

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