«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) es escritor. Ha sido en dos ocasiones Premio Nacional de Literatura. Ha ganado el Planeta, el Fernando Lara y el Ondas. Como periodista de prensa, radio y televisión ha hecho de todo en medio mundo. Ha sido profesor de Lengua, Literatura e Historia en trece universidades de Europa, Asia y África. Sigue en la brecha.
Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) es escritor. Ha sido en dos ocasiones Premio Nacional de Literatura. Ha ganado el Planeta, el Fernando Lara y el Ondas. Como periodista de prensa, radio y televisión ha hecho de todo en medio mundo. Ha sido profesor de Lengua, Literatura e Historia en trece universidades de Europa, Asia y África. Sigue en la brecha.

Tambores de guerra

8 de agosto de 2022

Aún lejanos, sí, pero en la locura y el sinsentido de un mundo globalizado ya no existen la distancia ni el discurrir de las manecillas del reloj. Todo está al alcance de un vuelo de avión o de la vertiginosa trayectoria de un misíl con el vientre repleto de bombas. El cineasta italiano Marco Bellocchio, que fue en la Italia de mediados de los sesenta uno de los progres más progres de todos los progres –yo (valga la disculpa) ya había dejado de serlo–, dirigió una película de título premonitorio: La Cina e’ vicina.

Se entiende, ¿no? 

Era la época en la que al rebufo del mayo francés los galopines atontolinados por Marxcuse (con equis de Marx intercalada), Adorno, la Escuela de Frankfurt y Godard creían que los flechas y pelayos de Mao Tse Tung y el Tío Ho iban a salvar a Europa. Así de gilipollas eran. ¿Tontos útiles? No. Tontos inútiles. Yo tuve el olfato de irme a Vietnam, ví cómo estaban las cosas y abandoné en sus trincheras esa mochila.

A ver si comienzo de una vez el tercer volumen de mis Memorias (Los años viajeros) y lo cuento todo.

Difícil es concebir una iniciativa más estúpida, por innecesaria e inoportuna, que la protagonizada por la siniestra Pelosi

Pero hete aquí que la China vuelve a parecernos vecina, pues el incendio insular, no forestal, que Lady Macbeth Pelosi, bruja entre las brujas, ha provocado en el estrecho de Formosa y zonas aledañas no es fácil de perimetrar ni de sofocar y podría extenderse al resto del mundo hasta convertirse en tercera guerra mundial. Hay precedentes. Allí acabó la segunda, a golpes de bomba atómica, y con no poca razón escribió in illo témpore un poeta taoísta (y por ello chino) que si una mariposa aletea en Oriente el resultado puede ser un huracán en Occidente.

Difícil es concebir una iniciativa más estúpida, por innecesaria e inoportuna, que la protagonizada por la siniestra anciana que preside la Cámara de Representantes de ese imperio en decadencia que es Estados Desunidos. ¿A santo de qué venía ese viaje de escasas horas, pero suficientes para desestabilizar la region económica y estratégica más importante del mundo? Japón, las dos Coreas, las dos Chinas, Vietnam, Tailandia, Birmania, Filipinas, Indonesia, Singapur, Malasia… Bonito avispero.

Es la industria armamentística la que dirige esa orquesta polifónica en la que la Unión Europea maneja la zambomba

Que el no menos siniestro y atontolinado Biden y los demócratas estadodesunidenses iban a desencadenar varias guerras, como es costumbre usual en ese partido, era cosa más que sabida, pero ni siquiera yo, apocalíptico a más no poder, pensaba que llegarían tan lejos. Y tan cerca.

Eso por no decir nada de lo que sucede en Ucrania, en Israel, en Palestina, en Gaza, en Mali y en el resto del Sahel. Es la industria armamentística la que dirige esa orquesta polifónica en la que la Unión Europea maneja la zambomba y la OTAN se encarga del trombón, mientras Biden carraspea y la Pelosi ensaya pasos de conga.

El otoño se anuncia movidito: plan, rataplán. No voy a sugerir a mis lectores, si los hubiere, que corran a los refugios, porque… 

¿Porque dónde están, maldita sea?

.
Fondo newsletter