«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Te ‘le’ estás cargando

19 de julio de 2023

Guste o no, uno de los grandes protagonistas de la campaña es Zapatero. Perora por radios y televisiones que le deben una lealtad personal, no sólo demostrando que el sanchismo es previo al sanchismo (lo que desarma el gran mantra pepero-centroide) sino actualizando y desarmando a su vez a González, pues todo encuentra síntesis en él: es Sánchez antes que Sánchez (big bang ideológico de derechos) y es felipista después del felipismo, pues mejora su cantinfleo característico.

El virtuosismo es tal que Zapatero actualiza el cantinfleo de González y lo lleva a temas tan de hoy como el cambio climático, dando lugar a obras de oratoria como el reciente mitin ya viral en las redes sociales: «El infinito es el infinito».

En esa intervención hace algo parecido al famoso punto azul pálido, la imagen que la sonda Voyager captó desde el espacio en la que la Tierra es apenas una mota de polvo azul. La imagen es a la vez bella e inquietante porque nos da un baño de humildad astronómica y algo así hizo Zapatero en una intervención que trató de expresar lo inefable. Zapatero tocó las magnitudes inabarcables: el infinito, el todo, la nada, para escaso asombro de los socialistas que hacían de público y que se mostraban imperturbables ante las reflexiones cósmicas: «El universo es infinito… muy probablemente», y el planeta, «el planeta es único en el Todo, pero ¿podemos concebir el Todo?». Quizás un socialista esté más dotado que nadie para hacerlo.

Tratando de situar nuestra pequeñez en el Universo hizo dos cosas: presentó el Todo, presentó el Infinito y luego, planteadas esas extensiones conceptuales inimaginables, colocó al hombre allí: lo infinitesimal. Y aquí fue donde rozó la genialidad: «Somos algo infinitesimal no, lo siguiente». Le aplicó a lo infinitésimo la partícula «lo siguiente», de tan extendido uso popular, creando algo que como se dice ahora «rompe la cabeza». Porque lo infinitesimal es lo infinitamente pequeño, lo que es tan pequeño que se acerca a cero sin ser cero y eso, que está expresado en la palabra ‘infinitesimal’, ¿cómo podía ir más allá? ¿Cómo podía alcanzar algo más que no fuera la nada del cero? ¡Con «lo siguiente»! Con particular brutalidad, Zapatero llevó lo infinitesimal un punto más allá, rompiendo esquemas y forzando los límites de nuestra comprensión. ¿No es esto algo característico suyo?

Se puede decir, por ejemplo: tonto no, lo siguiente. Esta ha sido una forma popular y vulgar de intentar el superlativo, pero ¿cómo se le aplica eso a lo infinito o a lo infinitesimal? «Infinito no, lo siguiente». ¡Si no hay más allá! Se tantea aquí algo inconcebible, algo que quizás solo podía salir del genio verbal del PSOE.

Sabíamos que bueno y malo no existían del todo, tampoco verdad y mentira, cierto y falso. Y ahora vemos que tampoco el infinito sería cuestión cerrada. Zapatero dijo que la nación era «concepto discutido y discutible» y entonces nos escandalizó, pero venía de un hombre capaz de extender lo infinito, de forzar con el lenguaje un sobreinfinito, un transinfinito como Buzz Lightyear. Si lo infinitesimal admite un «lo siguiente», ¿cómo no lo va a admitir el Estatuto de Cataluña?

Pero su talento es tal que incluso fue más allá de esa especie de postinfinito y de lo casi cero-no cero. Tras haber cantado la maravilla de la Tierra («único planeta en El Todo donde se puede amar y leer») dijo esto: «Ese planeta le estamos poniendo en riesgo». Le aplicó el leísmo al planeta, creando el que puede ser el gran reclamo del cambio climático, el gran lema popular al español, su traducción castiza: te le estás cargando, el planeta te le estás cargando.

Relativista total, capaz de doblegar cualquier concepto con palabras, encima lo remata con un leísmo.

Y cuando no podía ir más allá la cosa, y habiéndonos situados en el punto azul como un Carl Sagan del progreso, sacó a colación a la derecha (sustancia oscura en el universo) que reformuló como «la derecha derechizada», porque ya lo había dicho antes: «La derecha tiene un problema de derechización» que es como un diagnóstico y a la vez una reducción al absurdo, meme puro: la derecha derechizada. Situado en los infinitos e incluso en los transinfinitos imposibles de su hablar, ¿qué efecto podía ya tener decir ‘ultra’?

La verborrea de Zapatero es cuántica, conjetural, espacial y titánica sin los límites habituales (sin ningún límite, de hecho) y en esta campaña está sonando como un barítono solitario y contrapuntístico, absurdesco por completo, junto al gran coro de la propaganda.  

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