La Asociación de Familias Numerosas de Madrid ha lanzado la campaña: ¿Te parece divertido ir de flor en flor? Ahora todo son risas, pero en unos años comerás tú solo el día de Navidad. ¡Ojalá no te confundan, puedas formar una familia y que sea numerosa!
El equipo de opinión sincronizada en pleno se ha puesto a sudar frío, a temblar, a llorar por las esquinas y a rasgarse las vestiduras, diciendo que no es posible que haya vuelto el nacionalcatolicismo al escenario español.
Vayamos por partes. Sorprende, o quizá no, que algo tan básico, tan natural, tan de sentido común, escandalice a tantos. Es un buen termómetro que nos marca hasta qué punto está herida la sociedad.
Para los de la sincronizada, la campaña tendría que haber sido diferente, algo así como: ¿Te parece aburrido ir de flor en flor? Pues tú sabrás, porque es lo que mola. Pero claro, si uno dice eso, tiene que asumir que el prójimo le importa un pimiento, porque ir de flor en flor es ir saltando de corazón en corazón sin descansar ni dejar descansar a ninguno.
Es decir, lo que comúnmente se conoce como romper corazones, porque eso es ir de flor en flor. Y, sobre todo, rompiendo los corazones de las mujeres, porque son ellas quienes de una manera más intensa se vinculan y les cuesta separar el acto sexual del verdadero amor. Para el hombre, la cosa es más fácil.
Y claro, criticar esa campaña en cierto modo es asumir que ya está bien herir el corazón de las personas, y en especial de las mujeres. Y sorprende porque las críticas a esta campaña han venido sobre todo por parte de aquellos que hacen carrera y negocio de la supuesta defensa de la mujer, de sus derechos, del feminismo, de la libertad, como si la libertad y el feminismo consistieran en ir por el mundo utilizando a los demás cual juguetes sexuales al servicio de uno.
Y sorprende especialmente, no tanto la crítica, cuanto la rabia con que la campaña ha sido acogida, que creo responde a una negación de la realidad. Tengo la sensación de que aquellos, especialmente aquellas, que con más rabia han atacado la campaña, son las que ya han chocado contra el muro, que ya han podido constatar en su vida que lo que dice la campaña es real, pero todavía no han sido capaces de asumir las consecuencias de sus actos y aún miran para otro lado o intentan saltar el muro como si eso fuera posible.
Pero la realidad es que, a medida que pasan los años, el muro está más cerca, es más alto y cuesta más saltarlo. Rechazar el compromiso tiene consecuencias.
Al final, la felicidad depende de lo que uno tarde en asumir que el muro está ahí, de que quizá ha tomado decisiones equivocadas, pero nunca es tarde para asumir los errores, perdonarse a sí mismo y seguir caminando. Y por eso una campaña en apariencia tan blanca, tan inofensiva, que no dice otra cosa que, vivir ahora como un triunfador, lo más que te asegura, es morir como un fracasado, ha molestado tanto.
Ojalá campañas como esta, aunque pongan nerviosos a quienes se han dado de bruces contra el muro y no quieren aceptarlo, sirvan para alertar y ayudar a tomar decisiones sensatas a quienes todavía tienen el muro muy lejos y están a tiempo de que no los confundan, de no comer solos el día de Navidad, de formar una familia y si es numerosa, pues más aventura.