«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

Teóricos principios

10 de diciembre de 2024

Volvió a la palestra el asunto de los menas y parte de la prensa sensata (los rapsodas de la Transición, los sujeta-negronis, los maestros del autopremio…) se excitaron como Fernandisco cuando pincha el Livin’ on a prayer en los 40 Classic. Esos diarios donde se modera al islamismo más desorejado calificándolo de «rebelde», o donde se sigue considerando a Macron como a una especie de ente ajeno a la crisis que atraviesan los franceses (hasta que una encuesta de Le Point obligue a publicar un editorialito), estuvieron para que les dieran las sales porque VOX quiso suspender las negociaciones presupuestarias con el PP en las Comunidades Autónomas donde rompieron su alianza el pasado mes de julio. Y por la misma razón: los «menores» que entran ilegalmente en nuestro territorio. VOX no quiere participar en su reparto, cosa en la que están los Zipi y Zape del 78. Además, para mayor escándalo derechohumanista, los de Abascal pretenden articular medidas que permitan el retorno de los menas a sus países de origen. Terrible.

El antiguo diario conservador aconsejó al partido verde que reflexionara: ¿merece la pena hacer valer unos «teóricos principios» sobre la inmigración frente a la posibilidad de formar parte de una alternativa a la suma de Sánchez y el nacionalismo? Olía a falso dilema con notas de trampa saducea (eau du consensus migratoire). Aunque lo llamativo es cómo dicho medio añadió el calificativo de «teóricos» a los principios. Sin esta coletilla, pura presunción, la frase perdería todo sentido porque traicionar aquello que a uno le fundamenta es desnaturalizarse, entrar en las aguas territoriales del PP. Nada nuevo aquí. Desde hace algo más de dos años se pretende que VOX sea un ectoplasma, una cosa informe cuya única utilidad sería la de instaurar el «feijoísmo».

Fuera del posibilismo melonista que bien se cobra en Bruselas, atajar el problema migratorio es una de las señas de identidad de esos grupos políticos europeos que han venido para quedarse, por mal que se entienda aquí entre una clase periodística cada vez más militante y menos influyente.

Controlar lo que llega de manera ilegal a nuestro territorio es una tarea casi imposible cuando no hay voluntad de hacerlo y, sobre todo, cuando uno no es soberano. Ahora, si para VOX este es un asunto vital y desea oponerlo al PP, retratándolo, distanciándose de él y, por supuesto, del PSOE, es perfectamente lícito. Esto ya ha sido dicho por aquí: todo lo que el partido verde se aleje de los enjuagues de unos y otros sólo puede redundar en su beneficio.

No es de esperar que una prensa abiertamente hostil aplauda ciertas decisiones. Con la simplicidad de siempre, porque son bastante menos espabilados que sus compañeros europeos, volverán a contarnos que VOX es un proyecto «negacionista», aunque sin decirnos de qué negociado; «antifeminista», sin explicitar la ola o el chiringuito; «que frisa la xenofobia», y si se frisa, ¿se es o no se es?; «disolvente», por no querer participar de ciertas componendas que perjudican a los españoles; «guerracivilista», por no querer acostarse, como el PP, en lo tocante a nuestra historia reciente e «integrista de sacristía», lo que demuestra que tocan de oído.

El desaparecido Frente Nacional, e incluso el RN, aumentaron su cota de popularidad cuando empezaron a tratar a ciertos periodistas a baquetazos, sin amilanarse ante una prensa con el colmillo más retorcido, más perversa y menos lerda que la española. 

Pagar con la misma moneda a los medios que actúan como adversario político más que como informadores, lo hemos visto en Europa, es placentero y, electoralmente, sale bien.

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