«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.

El tobogán de Artur Mas

1 de diciembre de 2014

“A una nación se la conoce por los hombres que produce, pero también por los hombres a quienes honra”, decía John F. Kennedy. Los historiadores algún día se plantearán como Cataluña honraba a Jordi Pujol y sobre todo como honra a Artur Mas como el mesías que les llevará a la independencia prometida. El “President Mas” no tiene 2,2 millones de seguidores, sino que ha sabido ponerse delante de ese toro, dispuesto a entregarle un voto útil, siempre y cuando se dirija al “corral” de la independencia.

El discurso de Mas es cada vez menos rotundo. Ahora llama a un “referéndum legal” para confirmar el 9-N y a abrir un periodo constituyente de 18 meses en los que piensa aplicar fondos públicos para levantar un estado catalán cuyo modelo ya se verá. Me reconocerán que, como Mesías, no es el ejemplo de “wagon master” que proponía John Ford para llevar mormones al Oeste.

A la pregunta ¿Pero es Mas un tipo al que honrar? cabe recordar que, tratamiento protocolario [el de Molt Honorable] a parte;  Artur Mas llegó al cargo después de ser “mano derecha” de Jordi Pujol. La esposa de éste, Marta Ferrusola, fue la gran “valedora” del joven Mas (que le recordaba a Clark Kent). Luego se convirtió el “Mas-over” (juego de palabra con el término “masover”, con el que se designa al que explota la finca por cuenta del propietario). A ese grupo de poder le llamaron: “clan del pinyol”.

No creo que fuera motivo especial de honra la respuesta que dio  a Pasqual Maragall cuando se le escapó aquello de  “Ustedes tienen un problema, que se llama tres por ciento”. Era febrero de 2005. Mas no le respondió “retírelo o le llevo a los tribunales”, sino: “Está usted enviando la legislativa a hacer puñetas”. Una respuesta tipo: “Te voy a hacer una oferta, que no vas a poder resistir”, nada que ver con Mahatma Gandhi o Luther King, con los que acabó comparándose.

Un año después (2006) Alemania compra un disquete a un empleado desleal del LGT Bank de Liechtenstein en el que aparece el padre de Mas como evasor. Artur se enfrasca en la regularización sin acusación de delito fiscal, cosa que le permite la vicepresidenta económica socialista Elena Salgado. Luego la Udef mantiene la sospecha de que Mas padre fue testaferro de los Pujol.

Un viento de suerte permitió a Mas  –siendo líder de la oposición- cerrar el famoso Estatut con Zapatero. Aquello demostraba que aun sin gobernar CiU seguía siendo clave en Cataluña. Para entonces había sugerido al primogénito de Pujol, el del despacho de intereses, comisiones, y corretajes, que se fuera a ver mundo. Unos años después hizo lo mismo con Oriol Pujol. ¿Creen que Mas no sabía los manejos de las ITV? ¿Qué no conocía a Sergio Alsina?

La crisis descargó de forma terrible en Cataluña: paro, deslocalización de empresas recortes en la sanidad. Mas decidió mantener lo institucional y los gastos pro-independencia, porque ese iba a ser su remedio a todo, incluso al desgobierno. Como si “hubiera tenido un sueño” pasó por la radicalidad a Esquerra Republicana. Su discurso tuvo  en tres fases: “Queremos decidir”; “Vamos a votar” y ahora: “En 18 meses un Estado propio”.

 

Mas tenía ya entonces la mandíbula más salida que la frente. Solo le faltaba ponerse en jarras y gritar a lo Duce aquello de: “¡Popolo di Catalogna!”. A lo largo de los últimos años hemos oído a Mas decir: “no tengo plan B”; le hemos oído llamar “adversario” al Estado español; recurrir a la “astucia” como arma; le escuchamos presumir de “haber cumplido” de ser el “único responsable” del desafío a la suspensión del referéndum decretada por el Tribunal Constitucional, pero nunca una reflexión sobre su deslealtad con España, a la que apoyan cuatro millones de catalanes. 

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