«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El totalitario CAC debe desaparecer

29 de noviembre de 2013
  • El Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC) ha elaborado un documento en el que reclama que la Generalidad sancione con multas de 500.000 a un millón de euros al Grupo Intereconomía y al Canal 13TV por “fomentar el odio” hacia Cataluña en algunos de sus programas, al relacionar las políticas nacionalistas con lo ocurrido el siglo pasado en la Alemania nazi y la Italia fascista. Como suele ocurrir en el seno de este organismo de cuño puramente antidemocrático, la votación de ese documento se decantó gracias al voto de su presidente.

    Decimos que el CAC es de cuño antidemocrático con ánimo sólo descriptivo, pues no es imaginable una democracia en la que se establezcan mecanismos de sanciones administrativas para los contenidos de los medios de comunicación. En toda democracia merecedora de este nombre, los contenidos de los medios están sometidos a la ley penal, los Gobiernos tienen vetada toda forma de intromisión en el ejercicio de la libertad de prensa, y son los Tribunales los encargados de que se respete la legislación. Los Consejos Audiovisuales empezaron a asomar su fea cara al abrigo de un presunto progresismo de inspiración totalitaria, y no fueron pocos los medios y los profesionales solventes y de probada ejecutoria democrática que alertaron del grave peligro de esta figura. Felizmente, los intentos de crear un Consejo Audiovisual a escala nacional no prosperaron, pero en algunas Comunidades autónomas lograron colarse. Cataluña ha sido una de ellas.

    La libertad de prensa suele irritar a los poderosos, e incluso en sociedades sólidamente democráticas, como Estados Unidos, los políticos con poder consiguen abrir una vía de agua en las libertades ciudadanas, como sucedió con el maccarthismo infame que desencadenó la famosa caza de brujas entre los cineastas y los escritores de aquel país. La salud democrática de los estadounidenses acabó en poco tiempo con aquella agresión inicua, pero en los seis años que duró, causó estragos inmensos.

    El CAC debe desaparacer, así como todos los Consejos Audiovisuales del mismo o parecido corte. De lo contrario se abre una vía de agua en la línea de flotación de la democracia al negar en materia de libertades civiles la celebración de un proceso judicial independiente de los Gobiernos, con audiencia de todas las partes y protección del derecho de defensa de los acusados. Si se niega eso, se asesta una puñalada mortal a todas las libertades, y triunfan los peores sectarismos, que son los que se ejercen desde instancias oficiales con manifiesto abuso de poder.

    Esta vez nos ha tocado a nosotros, pero creemos que los colegas deben sumarse a nuestra posición, aunque sea en defensa propia. 

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