Quince días nos quedan para llegar al referéndum o pseudo-referéndum en el que los catalanes decidirán desafiar a las leyes de España y votar a favor de las dos preguntas de Artur Mas que les llevan al incierto camino de la independencia. Los españoles asistimos patidifusos a los últimos estertores de esta comedia bufa, de este sainete de unos tipos que juegan con nuestro futuro, usando subterfugios, añagazas y astucias impropias que su responsabilidad que nos sonrojaron ayer, no ofenden hoy, y nos separarán siempre.
Muchos creían que Artur Mas se doblaría a los intereses de la Cup, Esquerra e ICV y que pactaría unas autonómicas anticipadas como vía de salida propia y de Cataluña. Se equivocaban lo de Cataluña es un juego de sillas, que tiene que ver poquito con la independencia. Mas no se arrodilló ante el abrazo del oso que le proponían los de Esquerra y los antisistema de la CUP. Dice el Moisés de la independencia que lo primero es el “referéndum”, “peti qui peti” (reviente quien reviente).
El gran problema para Mas es la lógica del proceso. No la tiene y la toma de la “reducción al absurdo”. “Como ellos [Rajoy-PP-España-Instituciones del Estado] no nos dejan votar, vale cualquier cosa, cualquier trampa, cualquier astucia…. Al fin y al cabo, somos el pueblo elegido”. Es lo de David contra Goliat, vale la onda: lo del veneno de los Borgia y lo que sea. Todo menos salir a campo abierto y desafiar a las instituciones de frente y por derecho. Eso no porque podría dar pie a una respuesta definitiva. Mas está en la escaramuza y lo más triste es que coincido con el President Mas en que es suficiente para ganar esta pelea con usar la escaramuza, la astucia y el engaño.
El Mesías Artur Mas, con sus cabaleros petimetres, han descubierto que Rajoy no reacciona no porque tenga un supremo control de los tiempos, no porque tenga un plan, como nos dijo. Sino, simplemente, porque no sabe qué demonios hacer. Los acólitos de Mas, estrategas el trile y ajenos a cualquier sentido del honor o la lealtad, parecen haberle convencido para que el día 8 convoque mediante decreto a los catalanes a votar el día 9. ¡Cómo lo oyen! No se ha vuelto loco el relator y el relatado. Artur Mas baraja firmar el decreto de forma y manera que sea de imposible impugnación por el Gobierno de Rajoy.
Tienen ustedes todo el derecho a decir que esto del “pan y pipa”, o del “marica el último”, o como les venga en gana recordar aquello de nuestra infancia de la “trampa, trampiña” no es de recibo. Pero es lo que va a venir, para bochorno de todos. Las reflexiones de Mas o los motivos de Mas, cada vez nos interesan menos, lo que nos interesa es el temple de Rajoy, del Presidente del Gobierno de España. Dijo, en Murcia:”mientras yo sea Presidente del Gobierno, se cumplirá la ley”. No es decir gran cosa; porque [Usted perdone], pero eso no es su deseo, sino su obligación. ¿Estamos?
Artur Mas “pitufa” que “pitufa”, porque ha visto que el dueño del Estado, el Presidente del Gobierno con el todopoderoso BOE, con los fiscales, los gobernadores, la leyes, y la Guardia Civil, Rajoy y sus ministros están “engurruñíos”; esto es acobardados. Mas va de tanteo moviliza a los funcionarios enseñantes para el referéndum y a ver qué pasa. En el otro lado, el Gobierno dice que esperará hasta el 9-N para ver si debe cuestionar lo que es una evidente presión ilegítima a estos funcionarios. ¿Ese es el “auctoritas” del Estado español y sus legítimos representantes? Vale, pues, por eso se producen estas felonías, astucias y otros actos de mala fe, Mas sabe que Rajoy tendría que nacer dos veces más para acumular el coraje suficiente como para suspender la autonomía catalana o alguna de sus partes competencias esenciales. Los otros “le han tomado el número”.