«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La vida no era Love Actually

30 de octubre de 2015

El mundo se derrumba a mis pies. Cuando parecía que ya nada podía ir a peor va la OMS y me prohíbe comer hamburguesas. A mi lista de malos hábitos se suma ahora un placer culpable antes sólo restringido a las modelos de Alta Costura.

Me encuentro en una situación más miserable que Bridget Jones en su primera entrega. Balance de daños del fin de semana: copas: 8, cajetillas de tabaco: 3, hamburguesas: 2, huevos fritos con bacon: 2 y 4 respectivamente. Si me pilla la OMS me evacúa como a Teresa Romero en el Carlos III. Y yo que pensaba que me había convertido en Carrie Bradshaw.

La culpa es de Disney, de HBO, de la Warner y Universal. Quizás me esté convirtiendo en una escéptica pero sospecho que nos meten pájaros en la cabeza. Salvo en la monarquía española, los príncipes no acostumbran a casarse con plebeyas republicanas y abortistas.

Si a una le da por emular la vida que llevan las chicas de Sexo en Nueva York acabará probablemente en una lista de morosos después de gastarse en zapatos el dinero equivalente a tres meses de alquiler, con alguna enfermedad venérea e ingresada en un centro de desintoxicación por alcoholismo incipiente.

En la vida real si consigues calzarte unos Manolos de 25 centímetros después de endiñarte 25 cócteles de Cosmopolitan entre pecho y espalda y se te ocurre correr tras un taxi escapando del cobrador del frac contratado por Louboutin, tú destino está sellado: participarás en las próximas paraolimpiadas.

Hay que admitir que en eso son más realistas los cineastas españoles: si te da por la mala vida acabarás pidiendo en el metro como Pilar López de Ayala en “Báilame el agua” y con el guapísimo galán enganchado al caballo. Cuando acabes en el negocio del alterne es altamente improbable que Richard Gere te lleve de compras por Rodeo Drive.

Peor aún si a una le da por buscar el amor fijándose en la saga Crepúsculo. De repente interiorizas como el colmo del romanticismo que un psicópata se cuele en tu cuarto por la noche para espiar cómo duermes. Nada de llamar al 011, lo mejor es enamorarse perdidamente y dejarse ultrajar por el vampiro adolescente.

¿Eres más de cine clásico? Fenomenal. En “Lo que el viento se llevó” aprendí que si te viola tu marido porque llega una noche pasado de copas, amanecerás con el cutis terso, el pelo ideal, de buen humor y con ganas de reconstruir tu matrimonio. Hay que reconocer que en el tema de la violencia machista Hollywood ha evolucionado y dejan a Lorena Bobbit en patucos. ¿Tu marido te pega? Sólo tienes que apuntarte a clases de defensa personal y cargártelo.

Y siguiendo con los clásicos, nadie como Hitchcok para confundir nuestras mentes. ¡Qué alivio descubrir que tu nuevo esposo se cargó a su mujer Rebecca! Significa que: ¡Siiiiiiii! ¡Está enamorado de ti!

¿No puedes tener hijos? Jennifer Aniston te enseñará cómo robarle esperma a tu mejor amigo.

Y con este batiburrillo en la cabeza en la que fantaseamos con una aleación entre un despistado y torpe Hugh Grant, un caballeroso Richard Gere, un peligroso Robert Pattison y un estiloso y tierno Colin Firth no sabe una lo que quiere entre lo que le ha inculcado su madre que está bien y lo que dice Hollywood que le va a pasar. ¿A quién quieres más a papá o a mamá?  Es como si tú madre fuera Viktor Orbán y tú padre Hillary Clinton.

 

Si como decía Kipling puedes soñar sin que los sueños te dominen; puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo; encontrarte con el triunfo y la derrota, y tratar a esos dos impostores de la misma manera, engánchate a Netflix, de lo contrario las palomitas darán paso al Prozac. 

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