«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por MÔs se perdió en Cuba.

BiografĆ­a

Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por MÔs se perdió en Cuba.

Viena nos da un ejemplo de civilización

1 de enero de 2015

Los austriacos son tipos geniales, astutos. FĆ­jense: han convencido al mundo de queĀ HitlerĀ era alemĆ”n y de queĀ Richard Georg StraussĀ es vienĆ©s ā€œde toda la vidaā€. Nos han vendido que son un paĆ­s ā€œneutralā€, amable y culto y lo hemos comprado. Nos olvidamos que de las ā€œmadresā€ sociales austrĆ­acas salió el mayor carnicero de la humanidad. No siento fascinación alguna, ni por elĀ DanubioĀ (que nunca fue azul a su paso por Viena); ni por laĀ Ringstrasse; ni por los ā€œdoraditosā€ palacios deĀ Sisi EmperatrizĀ y el puƱeteroĀ Imperio AustrohĆŗngaro.Ā 

Ese ā€œImperioā€ no era mĆ”s que una MonarquĆ­a mal cosida, que apenas duró cincuenta aƱos. AhĆ­, los austrĆ­acos nos volvieron a hacer la ā€œpirulaā€. Inventaron una triste historia de amor que encubrió, en lo popular, la responsabilidad en la I Guerra Mundial, unaĀ tragedia de la HumanidadĀ en la que Viena fue todo, menos inocente.

Los vieneses pueden presumir, eso sĆ­, de su pasión por la mĆŗsica clĆ”sica. Un purista aƱadirĆ­a que en sus lĆ­mites ā€œmĆ”s popularesā€, como los valses o las polcas. El negocio del Concierto de AƱo Nuevo ha pagado este aƱo a Zubin Mehta, para que haga de director de orquesta, aunque poco tiene que dirigir el genial mĆŗsico de Bombay. Nada nuevo, todo como siempre (Esa es la gracia). El director puede ser mĆ”s o menos cachondo. Lo demĆ”s estĆ” previsto. Los que pagan las carĆ­simas entradas un aƱo antes, y se culi-cuartean en sus incómodas butacas, saben lo que van a ver y eso es lo que les dan. Cada cosa en su sitio. No cabe la polĆ­tica. Aquello no son los premios Goya. AllĆ­ no caben dedicatorias ni recuerdos a la alpinista austriaca fallecida en Sierra Nevada hace unas pocas horas. Les duele la pĆ©rdida, claro. Pero eso estĆ” fuera de su cometido, que es tocar y tocar bien.Ā 

ĀæSabĆ­an que hubo un tiempo en el que los artistas de los musicales vieneses se refugiaban en el Paralelo barcelonĆ©s –en pleno franquismo- buscando comida y libertad? Se llamaban: Franz Johan, Herta Frankel o Artur Kaps.

Hoy en Barcelona, lo importante del Concierto de Sant Esteve en el Palau de la MĆŗsica Catalana (el pasado 26 de diciembre) fue la reivindicación polĆ­tica, imposible en Viena. Fue un acto de reivindicación en el que las banderas ā€œesteladaā€ y los gritos de: Ā ā€œIn-de-pen-den-ci-a!ā€, ā€œIn-de-pen-den-ci-a!ā€, hicieron que nadie recuerde quien dirigió ese Ā concierto. Da igual, se trataba de utilizarla mĆŗsica para hacer polĆ­tica; como antes se hizo con el fĆŗtbol. Ese es un asunto que sigue diferenciando la Europa del norte, de la Europa del sur. En Viena serĆ­a inconcebible. Sólo los nazis se atreverĆ­an a sembrar el Concierto de AƱo Nuevo de banderas. AllĆ­, si no hay nazis, mandan las flores y las notas musicales. En el sur de Europa, es distinto. A pesar de que el pĆŗblico de estos eventos sea tradicionalmente burguĆ©s y de conservador, a los hijos de esas burguesĆ­as, les gusta hacer alardes en los ā€œtemplosā€ culturales sean la Fenice o el Liceu. Es como matar al padre, en tĆ©rminos freudianos (otro austrĆ­aco). Totalmente absurdo si el padre es de los que te dejan una fortuna en Andorra, creo.

El propio Pujol, jovencillo y puro, se levantó se su butaca aterciopelada del Palau para tirar unas octavillas: ā€œOs presento al general Francoā€. Y lo pagó con unos aƱos en la prisión de Torrero (Zaragoza). QuizĆ” aquello agrió su carĆ”cter y le generó una animadversión por la MĆŗsica culta, de hecho el anunciaba a los cuatro vientos ser seguidor de ā€œLos Chunguitosā€, eso sĆ­, Ā en plena campaƱa electoral. Sólo alguien que guarda una ā€œtiƱaā€ larga a la MĆŗsica culta hubiera consentido en que su mejor expresión catalana (el Palau) se convirtiera en burdel de la corrupción, lugar de pago de las coimas de Ferrovial a CDC y guarida del ā€œCorleoneā€ FĆ©lix Millet, que hacĆ­a propuestas de esas ā€œque se pueden rechazarā€. Un dĆ­a pagarle las deudas de juego a Ɓngel Colom (ex presidente de Esquerra); otro pagar sobresueldos como BĆ”rcenas; otro atender gastos de ā€œbuzoneosā€ de campaƱa… 

En fin, Ā llevar la marranerĆ­a supina de la polĆ­tica al bellĆ­simo templo de la MĆŗsica culta es algo que ni a los nazis se les hubiera ocurrido. Algo que nunca debió salir de los despachos de PiquĆ© Vidal, Prenafeta o Miquel Roca. En los de este Ćŗltimo se financiaban las actividades del Partido Popular antes de que a Rajoy le saliera la barba. Nuestro respeto por la cultura es papel mojado. Ya lo ven. Solo en Ā Italia tambiĆ©n pasa. Recuerdo al admirado Riccardo Muti apropiarse indebidamente del ā€œNabucoā€ para usarlo como jun dardo contra Silvio Berlusconi. Impropio de un tipo culto, eso de no diferenciar lo que uno debe y no debe hacer bajo las musas y con la batuta en la mano. ĀæO es que el maestro Muti no tiene suficiente acceso a los medios para hacer eso mismo sin apropiarse de las notas de Verdi y de todos? En las sociedades poco series, todos se creen dueƱos de algo que no es suyo, o no solo suyo. AhĆ­ tienen el ejemplo de ā€œlos de la cejaā€ o los de Podemos, si es que no son los mismos.Ā 

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