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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Viento del Sur

20 de julio de 2016

Desde que la FED anuncio el final de su QE en 2013 los flujos de capitales a las Economías Emergentes se han reducido de manera significativa. Este cambio ha influido en la necesidad para los países emergentes de aumentar sus tipos de interés, mientras sus monedas se depreciaban.

En consecuencia, la oferta de nueva deuda ofrecida por estos países se redujo sensiblemente, hasta adaptarse a la demanda que suponía la caída de los flujos de capital. Un ajuste nada fácil y que en épocas anteriores había dado lugar a fuerte crisis financieras en América Latina, Asia, Europa del Este y África.

Esta vez, sin embargo, ha sido distinto, lo que en macroeconomía no suele suceder, pues las crisis se repiten.

Las Economías Emergentes han aprovechado el largo boom de materias primas y dólar barato para aumentar sus reservas, reconvertir sus deudas a moneda local y reducir sus déficits públicos . El super tirón que ha supuesto la larga expansión de la economía de China, que ha durado tres décadas, ha ayudado a todos .

 

Además, China, aunque creciendo menos, ha adquirido un tamaño que le permite aportar todos los años del orden de el 40% al crecimiento mundial , convertiendose en un factor de estabilidad mientras vaya digiriendo sus desequilibrios.

Este ajuste de los emergentes no ha sido fácil, desde luego, pues la combinación de menos flujos de capital y menos ingresos por materias primas han afectado profundamente a muchas Economías Emergentes frenando su crecimiento. Pero la flexibilidad y la soberanía adquiridas empiezan a dar sus frutos. Algo de lo que podría presumir el FMI y el llamado Consenso de Washington, aunque los tiempos están muy soliviantados para que el capitalismo saque pecho.

En estos momentos, el gran exceso de liquidez que se ha producido y continua en los mercados desarrollados busca rendimientos y no los encuentra en sus economías.

Sin embargo, con peticiones de deuda moderadas, monedas depreciadas y tipos atractivos; los flujos de capital empiezan a volver a los Mercados Emergentes, que ofrecen rendimientos . La semana pasada los fondos de bonos a las Economías Emergentes superaron todos los récords: 3.400 billones usa de dólares.

Estas economías representan ya el 47% de la producción mundial y una gran parte de los ingresos de las empresas de países desarrollados, por lo que su crecimiento tiene efectos significativos para todos.

Un aumento de la financiación debería dar paso a un aumento en el gasto de los emergentes, a una corrección en el precio de las materias primas con el consiguiente reducción de las presiones deflacionistas en la economía mundial, un camino para poder normalizar los tipos de interés en las Economías Desarrolladas.

Para todos aquellos que critican o dan por tocada la globalización estos vientos del sur pueden sorprender y en todo caso les deberían hacer reflexionar.

La conjunción del populismo y el proteccionismo en parte de la opinión pública y política de los dos países anglosajones mas importantes, EE.UU y UK, es desde luego un riesgo para la globalización.

Es como si todos se hubieran convertido en franceses, con todos los respetos . La globalización ha sacado de la pobreza a 600 millones de personas y abaratado la vida de los consumidores en todo el mundo.

Sin duda, la competencia ha afectado a la fabricación en muchas economías desarrolladas, pero también ha inducido a mejoras de la productividad como base solida del crecimiento económico.

Mientras tanto, EU va camino de no tener un tratado de libre comercio con Canadá y mucho menos el famoso TTIP con EE.UU, sin nada importante tampoco con Latino América. No es una buena noticia para la influencia de EU en el mundo, mientras en en la zona del Pacífico avanzan con sus dificultades hacia la liberalición comercial.

¿ Quizás el problema no sea el Brexit?

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