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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Socio-Director de Eurogroup Human Resources.Orgulloso de colaborar con Intereconomía desde abril de 2012."""
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¿Votar Ciudadanos es votar PSOE (Frente Popular)?

21 de septiembre de 2015

Los sofistas de la antigua Grecia eran especialistas en vulgarizar la sabiduría debido a que no poseían un gran nivel intelectual. Aunque de forma engañosa y con el objetivo de lucrarse aparentaban ser sabios, vendiendo para ello sus deficientes conocimientos a jóvenes adinerados de Atenas y otras ciudades griegas.   

Tomando como referencia lo anterior, podríamos denominar a gran parte de los dirigentes de Ciudadanos como los nuevos Sofistas del SXXI, sobre todo, a aquellos que han logrado un cargo público tras las últimas elecciones municipales y autonómicas. 

Porque estos aspirantes a profesionales de la política han intentado construir una marca corporativa (y personal) asociada a la renovación democrática, comunicando a la sociedad un mensaje institucional basado en la lucha contra la corrupción del bipartidismo. 

No obstante, esta imagen democráticamente regeneradora que han intentando transmitir a la opinión pública se está difuminando progresivamente, tanto en cuanto multitud de representantes de este partido se han  vendido al mejor postor en determinadas autonomías, ayuntamientos y diputaciones, replicando de esta manera las malas artes de la corrupta y vieja política española.

Y si bien es cierto que votar a Ciudadanos en las elecciones autonómicas catalanas del 27-S podría constituir un “mal menor”, puesto que esta formación intentará frenar en la medida de lo posible al movimiento secesionista. 

No es menos cierto que otorgar el voto al partido de Albert Rivera en las próximas elecciones nacionales significa arriesgarse a votar al Frente Popular (integrado por el PSOE, Podemos y determinados partidos minoritarios de ultraizquierda). 

Máxime, conociendo el escaso sentido estratégico y la ambigüedad de Ciudadanos en relación a su política de pactos. En este sentido, hemos podido comprobar como este partido no ha tenido reparos en pactar con el PSOE de Andalucía al objeto de prolongar el régimen más corrupto de Europa otra legislatura más. O con el PSOE e IU-Podemos en la Diputación de Toledo para expulsar al PP del poder, siendo esta la candidatura más votada.  

Por tanto y teniendo en consideración los antecedentes, una no tan improbable alianza postelectoral después de las elecciones generales de Ciudadanos con el Frente Popular (a la que se unirían los partidos independentistas) arrastraría a España hacia un precipicio económico, político, moral y territorial. 

Tanto es así, que no es seguro que Ciudadanos pacte con el PP después de las elecciones nacionales. Al respecto y continuando su contradictoria política de pactos, esta oportunista formación se aliará con el partido o la coalición política que más le interese.     

No olvidemos que si el Gobierno del PP se decidiera por fin a aplicar la ley, incluso aunque en las autonómicas catalanas del 27-S la coalición Juntos por el Sí y sus socios de CUP lograsen una hipotética mayoría absoluta, Arturo Más solo se atrevería a declarar la independencia (tal como hizo Ezquerra en 1934) pero nunca lograría romper España. 

Por el contrario, si el Frente Popular se alza con el poder en las elecciones nacionales, la independencia de Cataluña podría convertirse en una fatal realidad.

En definitiva y ante la encrucijada a todos los niveles en la que se encuentra España, el objetivo primordial de los votantes de centro derecha y la derecha española y, en general, de todos los españoles de bien debe consistir en impedir que el radicalizado, liberticida y antiespañol Frente Popular gane las elecciones nacionales. 

Y votar a Ciudadanos es abrir la puerta a la incertidumbre…

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