El cardenal Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Barcelona, ha constituido la Asociación Canónica Pro Canonización Antoni Gaudí. Para dar un impulso al proceso de beatificación, en el que muchos fieles barceloneses están ayudando, monseñor Omella ha querido oficializar el proceso.
La santidad del arquitecto de la Sagrada Familia pronto se difundió por las calles de Barcelona. Por eso la nueva asociación canónica pretende sustituir la asociación civil que hasta ahora promovía las virtudes de Gaudí. Ya no son los destellos de un hombre bueno sino el testimonio de un hombre santo. De hecho, este «arquitecto de Dios» ya está reconocido como siervo de Dios por el Vaticano.
Ahora es el turno del Dicasterio de las Causas de los Santos. La Archidiócesis de Barcelona ha puesto en conocimiento del Dicasterio vaticano la possitio, que recoge los principales argumentos de la santidad de Gaudí y que inicia formalmente el proceso de beatificación. El dicasterio ahora debe dar normas y asistir a la Archidiócesis de la Ciudad Condal, que es la encargada de instruir la causa.
El propio arzobispo, monseñor Omella, forma parte de la nueva asociación, al que acompañan una decena de fieles católicos, como el Rector de la Sagrada Familia, el presidente de la Agencia de la Santa Sede para la Evaluación y la Promoción de la Calidad de las Universidades y Facultades Eclesiásticas, el Presidente delegado de la Fundación Junta Constructora del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, el premio Ratzinger 2023, el arquitecto director de las obras del templo y algunos otros laicos, sacerdotes y diáconos de la diócesis.
Fallecido en 1926, Antoni Gaudí fue un gran hombre de fe. Especialmente conocido por las céntricas calles barcelonesas como un amante de la naturaleza y un arquitecto genial, pese a su corta vida Gaudí se ha convertido en todo un referente de la arquitectura mundial de la Modernidad. Rompiendo con todos los estándares previamente establecidos, el «arquitecto de Dios» revolucionó el arte sacro. Y mientras construía el impresionante templo de la Sagrada Familia, el maestro iba cincelando su mejor obra: su alma.
