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TRIBUNA | ALICIA GARZA |

2 de febrero de 2023

Ayuso: que te voten los progres, guapa

La presidente de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (Alejandro Martínez Vélez / Europa Press)

La presidenta de la Comunidad de Madrid utiliza argumentos propios de la izquierda para rechazar una propuesta de VOX destinada a garantizar la libertad en las aulas.

El pasado 27 de noviembre, el diario La Razón publicó un artículo en su portada con el siguiente titular: “Feijóo ordena a Ayuso dinamitar a VOX en Madrid”. Una declaración de intenciones del líder popular a las puertas del año electoral más importante de las últimas décadas en nuestro país y un reto a la presidenta de la Comunidad de Madrid que ésta no ha tardado en aceptar.

Primero fue la negociación de los presupuestos, donde Ayuso rechazó negociar las enmiendas de VOX y votó en contra de corregir un error informático que impidió que los de Rocío Monasterio registraran sus propuestas. El Partido Popular se negó a asumir algunas de las peticiones de VOX, destinadas a ayudar a los madrileños en estos momentos delicados, proteger el sector primario o mejorar la seguridad en las calles. Las cuentas públicas, lógicamente, no salieron adelante.

Semanas después, en unas declaraciones desafortunadas, Ayuso comparó la lealtad de VOX hacia el Partido Popular con la de Bildu con su principal socio, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. «Lo que ha decidido hacer VOX es insensato. Hasta los peores socios de Sánchez han estado a la altura de sus compromisos», aseguró entonces.

La realidad es que la relación entre el Partido Popular y VOX en la Comunidad de Madrid ha sido estable hasta los últimos meses, hasta que se conoció la información de la portada anteriormente citada. Es preciso recordar que VOX facilitó la investidura de Ayuso en 2019 cuando había logrado el peor resultado histórico de su partido e hizo lo propio hace poco más de un año sin poner exigencia alguna encima de la mesa.

Sin embargo, en los últimos meses, la presidenta de la Comunidad de Madrid actúa como si hubiera obtenido una mayoría absoluta en las elecciones de mayo del 2021, haciendo tabla rasa con todas las propuestas de VOX y utilizando el victimismo como uno de sus principales argumentos políticos. Al igual que para algunos medios de comunicación cada propuesta de Santiago Abascal es un balón de oxígeno para Sánchez, Ayuso considera que cuando Monasterio defiende los principios de su formación también está favoreciendo a la izquierda, obviando por completo a los más de 330.000 madrileños que votaron por VOX. Como si ellos no tuvieran derecho a que nadie les representara.

La sesión de control de este jueves ha sido un capítulo más de lo que nos espera los próximos meses. En una bofetada al sentido común, Ayuso ha cargado contra los padres que usan chats en los colegios. Ante la propuesta de Monasterio de acabar con el adoctrinamiento en las aulas, la presidenta de la Comunidad de Madrid le ha dicho que se deje de “propuestas de chats de padres”.

Ayuso demuestra aquí su desconocimiento de una realidad de la región en la que gobierna. Aunque en ocasiones inútiles, los grupos de padres son una herramienta formidable para garantizar la comunicación y una información precisa de los contenidos que reciben los niños frente a la tentación de que la administración, ya sea gobernada por socialistas o por populares, de adoctrinar a nuestros hijos. Los padres están preocupados, como para no estarlo, y después de cuatro años parece que todo sigue igual.

El problema de Ayuso es que una cosa son los discursos y otra son los hechos. No se puede enarbolar la bandera de la libertad como dogma absoluto y mantener toda la legislación progresista aprobada por su propio partido. No se puede criticar públicamente a Irene Montero y luego defender y mantener leyes ideológicas aún más audaces que las de la ministra como lo es la ley Trans Cifuentes/Ayuso. No se puede denunciar los mismos problemas que VOX y luego rechazar todas sus medidas para corregirlos. No se puede cerrar un debate con un que “te vote Txapote” y luego no salir con los españoles a las calles a defenderse frente a Sánchez, y menos cuando te pueden responder que “te vote Bolinaga”.

En definitiva y en cristiano, no se puede sorber y soplar a la vez. No se puede ser Manuela Malasaña y Manuela de Génova al mismo tiempo. O al menos no durante demasiado tiempo. Por eso no te diremos que “te vote un Bolinaga” pero sí “que te voten los progres, guapa”.

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