«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

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Miedo me da que caiga en manos de Nacho Escolar A modest proposal, de Jonathan Swift, y el director de eldiario.es dedique una escandalizada columna atacando fieramente al autor angloirlandés por recomendar que las familias empobrecidas de la isla esmeralda vendieran sus hijos como alimento a los terratenientes. Ha hecho algo muy similar en su última columna de eldiario.es, “El analfabetismo español”, con Julio Camba. Escolar el Chico vive en un mundo muy sencillo a modo de película del Oeste de la primera hornada, con buenos de sombrero blanco y malos de sombrero negro, no vaya a confundirse el espectador. Y en ese universo de colores chillones como un libro de preescolar, todos los males se explican originados en la derecha y toda la bondad procedente del puro manantial de la izquierda. Es un esquema que hace inútil cualquier GPS en punto a orientación.

 

En este caso se trata de echar balones fuera en cuanto al informe PISA, que no deja muy bien a los españolitos educados bajo la Logse, ahora que se aprueba su sucesora –a la que auguro, llámenme cenizo, una corta vigencia y un éxito perfectamente descriptible–, por lo que se hace imprescindible pintar el cuadro habitual de una derecha decidida a dejar al obrero en la ignorancia más negra y una izquierda determinada a traer al pueblo la luz de las letras.

 

Como intento, no me parece mal. Lo ridículo es que ilustre su caso con un artículo, “En defensa del analfabetismo”, de Julio Camba, al que presenta con estas palabras: “Les presento a don Julio Camba, escritor y periodista, uno de los columnistas españoles más influyentes y leídos durante la primera mitad del siglo XX; el Umbral o el Larra de la prensa conservadora de aquellos años”. Hmmmm… ¿No creen que falta algo? Como, no sé… ¿humorista, quizá?

 

Escolar quizá carezca de oído para la ironía o, seamos generosos, está haciendo metaironía con su propia columna, riéndose así de las obsesiones de sus correligionarios. Pero no, borren eso: si la izquierda pudiera reírse de sí misma, se curaría.

 

“Julio Camba se salió con la suya –escribe Nacho–: España fue uno de los últimos países de Europa en enseñar a su población a leer y escribir, la reserva espiritual de Occidente. Y aquel atraso educativo español es una de las causas que hoy explican nuestros datos en Pisa”. Ahora sí, querido lector, ahora es su turno de reírse. Si estamos mal en PISA es por lo que sucedió hace setenta años. La tesis es tan absurda, me parece tan inconcebible que la crea su propio autor, que no me molestaré en recomendarle que investigue la tasa de alfabetización de Corea o Shanghái –los campeones de este año– en 1940. A lo mejor se sorprende y concluye que cada generación parte de ese analfabetismo radical que es la primera infancia y, como hicieron los israelíes con el hebreo, pasar de 0 a 100 en pocos años.

 

Y no es que yo comparta con Nacho y la tropa progresista –que, para su sorpresa, es toda, incluida la derecha– ese concepto ingenuo y mágico de la educación cual varita mágica que nos hace a todos prósperos y, por citar a la Pepa, justos y benéficos. Hay en esto cierto pensamiento supersticioso, como si la interpretación de los caracteres fuera, por sí mismo, a darnos el dominio de las cosas y el mundo. Imagino la decepción de los Ilustrados que soñaban en las venturas de la alfabetización universal si supieran que el resultado de sus desvelos es que las memorias de Belén Esteban sean el libro más vendido del momento.

 

Carlos Esteban

 

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