«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cáritas Málaga y la vivienda

/p>

El 20% de las personas que acuden a las Cáritas parroquiales lo hace por problemas relacionados con la vivienda. La Iglesia de Málaga contribuye a solucionar algunos de ellos y logra paralizar desahucios.

Después de la alimentación, la vivienda es la segunda de las demandas que refieren las personas que acuden a solicitar ayuda a las Cáritas parroquiales. Según Maite Márquez, técnica del Área de Acción Social de Cáritas Diocesana de Málaga, «es imposible que podamos atender todas las solicitudes, porque los gastos de vivienda son muy elevados. El acompañamiento es individualizado, y se valora muy bien la situación de cada familia. En ocasiones, ofrecemos ayuda para pagar un alquiler. En el caso del pago de la hipoteca, lo que hacemos primero es derivarlos hacia nuestro equipo de economistas y abogados voluntarios que plantean una mediación con los bancos para tratar de renegociar las deudas o, llegado el caso, acordar una dación en pago (entregar el piso al banco para pagar la deuda). En casos muy concretos, se contribuye al pago de alguna mensualidad, pero sólo cuando hay ciertas perspectivas de que la persona vaya a encontrar un empleo o a recibir algún tipo de ayuda social».

Gracias al trabajo que se realiza en las Cáritas se consiguen paralizar casos de desahucio. Pero hay veces que la situación se hace insostenible y muchas personas se encuentran, de la noche a la mañana, sin un techo donde cobijarse. Los servicios generales de Cáritas cuentan, entonces, con alojamientos alternativos.

Es el caso de los pisos de acogida para inmigrantes y para mujeres solas con hijos a cargo; el hogar de acogida para personas sin techo «Pozo Dulce»; los apartamentos «Tomás de Cózar» para mayores solos, o la Casa «Ntra. Sra. de la Merced» para personas que acaban de salir de la cárcel y no tienen donde alojarse. Desde Cáritas, también se trabaja con las personas que viven ya directamente en la calle, un trabajo que se realiza a través de «Puerta Única», agrupación de desarrollo compuesta por diferentes entidades que trabajan en Málaga por este grave problema social.

«Las perspectivas de futuro no son buenas –señala Maite Márquez–. Las prestaciones son cada vez más bajas y los empleos más inestables. Contribuir económicamente con Cáritas es una forma de ayudar a las personas que sufren el problema de la vivienda; pero también puede ser un gesto de compromiso cristiano el de los propietarios de pisos vacíos que los pongan a disposición de personas que se vean en esta situación con alquileres adecuados a sus circunstancias».

TEMAS |
Fondo newsletter