La memoria histórica sigue insistiendo: la represión realizada por los nacionales fue organizada para acabar con todos los enemigos polĆticos mientras que la represión republicana fue improvisada y un fenómeno de ira de grupos descontrolados que actuaban por libre. Una afirmación que cada vez es mĆ”s claramente falsa. La represión republicana obedeció a una estrategia -la misma que se aplicó en la URSS y en el resto de paĆses soviĆ©ticos- planificada y minuciosamente organizada. Su objetivo no era otro que el de acabar en el plazo mĆ”s breve con todos los representantes de lo que ellos denominaban las fuerzas contrarrevolucionarias.
El asesinato de los carlistas de Tolosa obedece a esta preparación y organización de los crĆmenes. Es otro de tantos ejemplos de ello. En tan solo unas horas, la mayorĆa de los miembros del Partido Tradicionalista EspaƱol de esa población de GuipĆŗzcoa fueron detenidos y asesinados. En el proceso colaboraron tanto las milicias locales como los responsables polĆticos del Frente Popular en la capital guipuzcoana, San SebastiĆ”n.
Los 17 miembros de la ejecutiva y los mÔximos representantes del carlismo en Tolosa fueron inmediatamente detenidos, trasladados a la prisión de San SebastiÔn, donde eran entregados a las milicias locales para que fueran fusilados en el cementerio de la localidad.
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A la vez, los carlistas y dirigentes polĆticos de otras formaciones que eran detenidos en localidades próximas a Tolosa, eran trasladados hasta allĆ para ser asesinados fuera de sus municipios y evitar que las familias pudieran denunciar o hacerse eco de los crĆmenes para poder seguir cometiĆ©ndolos. AsĆ ocurrió con al menos once personas, cuyos cuerpos sin vida fueron abandonados junto a la Fuente de Tolosa despuĆ©s de haber sido asesinados sin proceso ni garantĆas de ningĆŗn tipo.
Al empezar la Guerra Civil Tolosa tenĆa poco mĆ”s de doce mil habitantes. Como en la mayorĆa de las ciudadaes y municipios vascos, el carlismo tenĆa una importante presencia social que era interclasista. En el Partido Tradicionalista EspaƱol habĆa desde obreros a industriales, pasando por albaƱiles, delineantes o zapateros. El carlismo, frente a lo que tradicionalmente seƱalaban sus adversarios durante la repĆŗblica, no era un movimiento polĆtico vinculado a los grandes propietarios, como tampoco lo era la Falange.
En Tolosa, los carlistas tenĆan representación en el ayuntamiento. Concretamente, en el momento de estallar la Guerra Civil, tenĆan dos concejales. Eran el obrero Rufo AndoƱo Artazo, de 47 aƱos, y JosĆ© Caballero Orcolaga, industrial de 61 aƱos. Este Ćŗltimo habĆa sido alcalde de la localidad entre 1912 y 1913 y habĆa sido el constructor del tranvĆa que une Tolosa con San SebastiĆ”n.
La mayorĆa de los carlistas de Tolosa asesianados, murieron en la capital guipuzcoana la madrugada del 1 de agosto de 1936, tras haber sido trasladados desde el municipio en los dĆas anteriores y concentrados en la prisión de San SebastiĆ”n o en el buque Aranzazu Mendi. Desde allĆ trasladados juntos al cementerio municipal, en cuyos muros fueron fusilados. Aquella madrugada, ademĆ”s de los dos concejales anteriormente citados, fueron asesinados: Pedro Caballero Inchausti, industrial de 54 aƱos; JosĆ© Burgui Goizueta, empleado de 42 aƱos; Gabriel Herranz GarcĆa, comerciante de 32 aƱos; Patricio Muruzabal Pagadizabal, comerciante de 54 aƱos; Eulogio NuƱez PĆ©rez, delineante de 32 aƱos; Julian Portu Laermosa, albaƱil de 46 aƱos; y JosĆ© MarĆa Raguan Zubeldia, ingeniero de 23 aƱos y jefe del RequetĆ© local; Victoriano Goya Cómez, corredor de fincas de 29 aƱos; y Antonio Zunzunegui Aramburu, empleado de 23 aƱos.
Tras estos asesinatos, tambiĆ©n murieron manos de las milicias frentepopulistas JoaquĆn Aizpurua Ezquiaga, obrero de 48 aƱos y su hijo, Igancio Aizpurua GoƱi, tambiĆ©n obrero y de 16 aƱos que fueron fusilados en San SebastiĆ”n una semana despuĆ©s.
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MĆ”s adelante, la cacerĆa de carlistas continuó con el asesinato, esta vez en Bilbao de: Cipriano Estmba Lerchundi, zapatero de 43 aƱos; Antonio Elósegui LarraƱaga, industrial de 43 aƱos y Saturio Eyara Casi, obrero de 81 aƱos que habĆa sido miembro de la Asamblea Consultiva de Miguel Primo de Rivera en representación de la Confederación Sindical de Obreros Católicos entre 1927 y 1929.
TambiĆ©n en Bilbao fue asesinado el obrero de 63 aƱos MartĆn Ezcurdia Lizaso. De su muerte conocermos mĆ”s detalles gracias a la declaración de uno de los testigos de la misma. Fue detenido el 25 de julio en su casa, en presencia de su esposa y sus hijos. De allĆ se le trasladó a la cĆ”rcel del partido judicial, de donde fue trasladado a San SebastiĆ”n. Como mantuvo en todo momento una actitud altiva y de enfrentamiento y desprecio hacia sus captores, se le apartó del grupo y fue llevado al Convento de los Ćngeles Custodios de Bilbao, donde habĆa un centro de interrogatorio y torturas. De allĆ fue sacado junto a otro grupo de presos tras un bombardeo de Bilbao por las tropas nacionales. Fue salvajemente linchado y su cuerpo mutilado vivo. Presentaba, segĆŗn el informe de los forenses que certificaron su muerte, āvarias heridas de bala y la cabeza separada del troncoā.
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La organización de la represión en la retaguardia del Frente Popular queda clara en el traslado que se hacĆa de los presos. En Tolosa fueron asesinados otros once carlistas, de pueblos próximos. Entre ellos JuliĆ”n Goicoechea Zubiria, metalĆŗrgico de 17 aƱos y Felipa Lara Yatueta, sirvienta de 26 aƱos.
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