«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cazar carlistas, la diversión del Frente Popular en Tolosa

La memoria histórica sigue insistiendo: la represión realizada por los nacionales fue organizada para acabar con todos los enemigos políticos mientras que la represión republicana fue improvisada y un fenómeno de ira de grupos descontrolados que actuaban por libre. Una afirmación que cada vez es mÔs claramente falsa. La represión republicana obedeció a una estrategia -la misma que se aplicó en la URSS y en el resto de países soviéticos- planificada y minuciosamente organizada. Su objetivo no era otro que el de acabar en el plazo mÔs breve con todos los representantes de lo que ellos denominaban las fuerzas contrarrevolucionarias.

El asesinato de los carlistas de Tolosa obedece a esta preparación y organización de los crímenes. Es otro de tantos ejemplos de ello. En tan solo unas horas, la mayoría de los miembros del Partido Tradicionalista Español de esa población de Guipúzcoa fueron detenidos y asesinados. En el proceso colaboraron tanto las milicias locales como los responsables políticos del Frente Popular en la capital guipuzcoana, San SebastiÔn.

Los 17 miembros de la ejecutiva y los mÔximos representantes del carlismo en Tolosa fueron inmediatamente detenidos, trasladados a la prisión de San SebastiÔn, donde eran entregados a las milicias locales para que fueran fusilados en el cementerio de la localidad.

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A la vez, los carlistas y dirigentes políticos de otras formaciones que eran detenidos en localidades próximas a Tolosa, eran trasladados hasta allí para ser asesinados fuera de sus municipios y evitar que las familias pudieran denunciar o hacerse eco de los crímenes para poder seguir cometiéndolos. Así ocurrió con al menos once personas, cuyos cuerpos sin vida fueron abandonados junto a la Fuente de Tolosa después de haber sido asesinados sin proceso ni garantías de ningún tipo.

Al empezar la Guerra Civil Tolosa tenía poco mÔs de doce mil habitantes. Como en la mayoría de las ciudadaes y municipios vascos, el carlismo tenía una importante presencia social que era interclasista. En el Partido Tradicionalista Español había desde obreros a industriales, pasando por albañiles, delineantes o zapateros. El carlismo, frente a lo que tradicionalmente señalaban sus adversarios durante la república, no era un movimiento político vinculado a los grandes propietarios, como tampoco lo era la Falange.

En Tolosa, los carlistas tenían representación en el ayuntamiento. Concretamente, en el momento de estallar la Guerra Civil, tenían dos concejales. Eran el obrero Rufo Andoño Artazo, de 47 años, y José Caballero Orcolaga, industrial de 61 años. Este último había sido alcalde de la localidad entre 1912 y 1913 y había sido el constructor del tranvía que une Tolosa con San SebastiÔn.

La mayoría de los carlistas de Tolosa asesianados, murieron en la capital guipuzcoana la madrugada del 1 de agosto de 1936, tras haber sido trasladados desde el municipio en los días anteriores y concentrados en la prisión de San SebastiÔn o en el buque Aranzazu Mendi. Desde allí trasladados juntos al cementerio municipal, en cuyos muros fueron fusilados. Aquella madrugada, ademÔs de los dos concejales anteriormente citados, fueron asesinados: Pedro Caballero Inchausti, industrial de 54 años; José Burgui Goizueta, empleado de 42 años; Gabriel Herranz García, comerciante de 32 años; Patricio Muruzabal Pagadizabal, comerciante de 54 años; Eulogio Nuñez Pérez, delineante de 32 años; Julian Portu Laermosa, albañil de 46 años; y José María Raguan Zubeldia, ingeniero de 23 años y jefe del Requeté local; Victoriano Goya Cómez, corredor de fincas de 29 años; y Antonio Zunzunegui Aramburu, empleado de 23 años.

Tras estos asesinatos, tambiƩn murieron manos de las milicias frentepopulistas Joaquƭn Aizpurua Ezquiaga, obrero de 48 aƱos y su hijo, Igancio Aizpurua GoƱi, tambiƩn obrero y de 16 aƱos que fueron fusilados en San SebastiƔn una semana despuƩs.

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MÔs adelante, la cacería de carlistas continuó con el asesinato, esta vez en Bilbao de: Cipriano Estmba Lerchundi, zapatero de 43 años; Antonio Elósegui Larrañaga, industrial de 43 años y Saturio Eyara Casi, obrero de 81 años que había sido miembro de la Asamblea Consultiva de Miguel Primo de Rivera en representación de la Confederación Sindical de Obreros Católicos entre 1927 y 1929.

TambiĆ©n en Bilbao fue asesinado el obrero de 63 aƱos MartĆ­n Ezcurdia Lizaso. De su muerte conocermos mĆ”s detalles gracias a la declaración de uno de los testigos de la misma. Fue detenido el 25 de julio en su casa, en presencia de su esposa y sus hijos. De allĆ­ se le trasladó a la cĆ”rcel del partido judicial, de donde fue trasladado a San SebastiĆ”n. Como mantuvo en todo momento una actitud altiva y de enfrentamiento y desprecio hacia sus captores, se le apartó del grupo y fue llevado al Convento de los Ɓngeles Custodios de Bilbao, donde habĆ­a un centro de interrogatorio y torturas. De allĆ­ fue sacado junto a otro grupo de presos tras un bombardeo de Bilbao por las tropas nacionales. Fue salvajemente linchado y su cuerpo mutilado vivo. Presentaba, segĆŗn el informe de los forenses que certificaron su muerte, ā€œvarias heridas de bala y la cabeza separada del troncoā€.

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La organización de la represión en la retaguardia del Frente Popular queda clara en el traslado que se hacía de los presos. En Tolosa fueron asesinados otros once carlistas, de pueblos próximos. Entre ellos JuliÔn Goicoechea Zubiria, metalúrgico de 17 años y Felipa Lara Yatueta, sirvienta de 26 años.

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