«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Corruptio optima, pessima

Es difícil entender el nacionalismo catalán de nuestro tiempo sin que la figura de Jordi Pujol sea el centro de la exposición: el nacionalismo catalán moderno es Jordi Pujol. Toda su biografía política, resumida por él mismo, solo tiene una explicación: el amor a Catalunya. A este supuesto sacrificó todo y casi consiguió elevar a fenómeno religioso el nacionalismo; para ello creó un partido, un movimiento más bien, llamado a ser junto a él el ‘pal de paller’ –la piedra angular- de la nueva y próspera Catalunya.

Pues bien: ‘corruptio optima, pessima’. El personaje, óptimo para el nacionalismo catalán, una vez autoinculpado de delitos se convierte en la peste y con él su Convergencia, su nacionalismo, su todo… Ha caído una estrella y el agujero negro que la engulle se tragará toda su obra. Será Esquerra ahora la que heredará la exclusividad nacionalista y, la que bajo la bandera de la moral -manda ‘Trillos’-, castigará, condenará y ejecutará a Pujol y a Convergencia.

 

 

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