«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Crítica: El Francotirador (American Sniper), el vencedor vencido (3,5/5)

Nadie imaginaba que El Francotirador (American Sniper) llegara a convertirse en un fenómeno social tras su estreno en Estados Unidos. Que al frente estuviera Clint Eastwood daba una garantía más que razonable para el éxito, y que estuviera protagonizada por Bradley Cooper era otra razón de peso para no dejarla pasar. Y, aún así, la adaptación cinematográfica de la vida del militar Chris Kyle, célebre por ser el más letal francotirador de la guerra de Irak, ha sido toda una sorpresa. Sin ocultar su carácter patriota, Eastwood invoca los demonios de la sociedad norteamericana y añade más leña al debate sobre la línea entre la heroicidad y el asesinato en una película que encanta u horripila en Estados Unidos pero que, fuera de sus fronteras, no consigue suscitar las mismas pasiones.

En su nuevo trabajo, Eastwood se adentra en la vida del militar Chris Kyle, un texano que prestó sus servicios como el francotirador más certero de la guerra de Irak. Al margen de la polémica suscitada entre los más críticos con la intervención militar y quienes la defienden, la película se adentra indudablemente en un terreno peligroso para la sociedad estadounidense contando la historia de una figura controvertida que para algunos es un héroe y, para otros, un asesino. Lo hace relatando las cuatro misiones a la que se alista, desde que decide por primera vez apretar el gatillo hasta que arrastra el dudoso honor de ser el más letal de la historia, pero también a través de una vida personal en declive.

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La película es confusa en sus objetivos y sus lecturas, como lo fue la vida de Kyle. El Francotirador parece una reverencia al patriotismo, pero lo cierto es que subyace una reflexión sobre las secuelas de la guerra en la que los que son encumbrados como héroes sienten apatía hacia sus actos y desconectan del mundo que les queda a su alrededor. De esta forma, la interpretación que hace Eastwood de esta figura se aleja progresivamente del halago que le dedican sus compañeros militares y se convierte en el relato del hombre, sólo del hombre, que ha roto sus vínculos emocionales y se encierra en sí mismo al comprender que la guerra era, también, muerte. Esta compleja dualidad se consigue a través de, por un lado, una narración bélica intachable en sus momentos tensos y frenéticos -aunque acabe resultando ligeramente repetitiva- y, por otro, a través de una composición más irregular de los dramas personales que surgen a raíz de la vida militar de Kyle. Es en esta última donde reside el verdadero interés psicológico pero, no obstante, queda la sensación de su construcción fácil -que no simple- hace que se desaprovechen oportunidades para aclarar la evolución del personaje.

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Puede que el éxito de El Francotirador resida en su valentía para adentrarse en un momento de la historia reciente que en Estados Unidos no está, ni mucho menos, olvidado. Puede que sea porque llega al núcleo de las conciencias y porque hace preguntas que incomodan. Sin embargo, en el resto del mundo el mensaje del largometraje corre el riesgo de perderse en su vestimenta patriótica y caer, en consecuencia, en la ‘americanada’ si el espectador no se desprende primero de sus prejuicios.

Lo que es indudable es que la película fluye con naturalidad y que la dirección de Eastwood es precisa en un relato real sobre la guerra y sus secuelas. Destaca la interpretación de Bradley Cooper, reconocida por la Academia con una nominación en la categoría de mejor actor, alejada de exageraciones y frivolidad. 

Desde una azotea, un recién llegado Kyle debe decidir si dispara a una mujer y a niño. En un segundo, un hombre normal debe determinar si son terroristas. Decide si acaba con sus vidas. Su humanidad se revuelve mientras empieza a autodestruirse. El Francotirador contiene en esta escena su propia esencia: la historia de un hombre elevado a la categoría de héroe a pesar de sentirse antihéroe y quien lo da todo por su país mientras se deja sobrepasar por la situación. El vencedor vencido por sí mismo.

Puntuación: 3,5/5 

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