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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Crítica de ‘Mi gran boda griega 2’: Más valía el recuerdo

Cuando ya todo el mundo se ha olvidado de la modesta Mi gran boda griega (2002), llega quince años después una innecesaria secuela que repite el mismo patrón amable de su predecesora aunque, lamentablemente, sin la misma frescura. La actriz y guionista Nia Vardalos lidera Mi gran boda griega 2, una comedia de enredo que funciona como un conjunto de ‘gags’ sin apenas conexión entre ellos, con chistes que ya han perdido la capacidad de sorprender y un hilo argumental flojo que parece ser lo que menos importa de toda la película.

En Mi gran boda griega 2, los abuelos de los Portokalos descubren que por un error administrativo nunca han estado casados. Se da entonces una situación que genera todo tipo de momentos alocados pero excesivamente repetitivos que, tras un buen trecho de película, le acaban restando cualquier rastro de nostalgia a la cinta. A la trama principal se une la de la hija de Toula (Vardalos), una adolescente que busca huir de su caótica familia pidiendo acceso en universidades alejadas de su ciudad y que sirve como excusa para introducir un componente de conflicto generacional demasiado superficial.

La película introduce varias tramas a lo “sit-com” sin que ninguna de ellas adquiera la suficiente potencia como para marcar el ritmo de la película. Las crisis matrimoniales, la dinámica de las relaciones en una familia tan caótica como la Portokalos o las diferencias entre padres y adolescentes se tocan aquí y allá, a cargo de los mismos actores y los mismos chistes sobre la cultura griega, sólo que 15 años más tarde.

La agradable sorpresa que fue para muchos Mi gran boda griega en cuanto a su contenido cómico y satírico parece haberse diluido con el paso del tiempo. Poco queda de aquel ingenio que debió quedarse como un recuerdo grato y nada más, porque lo que ahora vemos en esta “renacida” saga es un mero intento de atraer a algún nostálgico del cine de comedia romántica con un puro afán recaudatorio. He aquí el mejor ejemplo de que las segundas partes nunca fueron buenas.

Puntuación: 1,5/5

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