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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Crítica: Insurgente, distopía de segunda

Algo empieza mal cuando una nueva saga para adolescentes aspira a imitar descaradamente a sus rivales. Ocurría ya en la primera película de Divergente, en la que las similitudes eran bastante palpables respecto a su predecesora más directa, Los Juegos del Hambre, y sucede de nuevo en Insurgente. Esta segunda parte, dirigida en esta ocasión por Robert Schwentke, repite la misma fórmula de la primera película y vuelve a cometer los mismos errores… más uno: el de caer en la maldición de las películas «relleno», aquellas que nos venden como un nexo y que acaban siendo casi irrelevantes para la historia.

Insurgente regresa a ese Chicago distópico presentado en su primera parte en el que la sociedad se divide en facciones según sus habilidades y donde el poder político persigue a los diferentes -o, en este caso, a los divergentes-. Volvemos a ver a Tris (Shailene Woodley) que, acompañada por su novio Cuatro (Theo James), su hermano (Ansel Elgort) y su amigo y enemigo a partes iguales Peter (Miles Teller), se dirige a la ciudad con sed de venganza tras el estallido de violencia provocado por Jeanine (Kate Winslet). Haber visto morir a su madre ha dejado hundida a Tris, que cual Katniss de Los Juegos del Hambre arrastra un sentimiento de culpabilidad que marca la evolución fundamental de su personaje y del que sólo podrá desprenderse enfrentándose a sí misma.

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La saga Divergente, basada en los libros del mismo nombre de Veronica Roth, siempre ha partido de premisas que ya han sido más que vistas en trabajos del mismo corte futurista pero que, aunque de perogrullo, siguen teniendo su punto de interés. En este escenario orwelliano que se nos presenta, la autora integra en Tris la fortaleza y la valentía de ser distinto y de sentirse orgulloso de ser uno mismo, lo que es sin duda un elemento a su favor en el que la adaptación cinematográfica sabe poner énfasis. Pero esto no es suficiente. Acostumbrados como estamos a que las sagas literarias para jóvenes se proyecten en los cines con éxito masivo, Divergente no ofrece en pantalla apenas elementos de originalidad, lo que sumado a las lagunas en su historia convierten a Insurgente en un producto que se queda flojo.

Insurgente mejora respecto a su antecesora en el plano puramente técnico con ambiciosos planos aéreos y dotándose de una estética que recuerda a ciertos videojuegos. Las interpretaciones se mantienen en la misma línea correcta -después de todo, Shailene Woodley ha sido ya aceptada como una de las grandes promesas de Hollywood- y la historia presenta muchos más momentos de acción que son de agradecer tras habernos ‘tragado’ la introducción, las justificaciones y las explicaciones de Divergente en la primera película. Sin embargo, los personajes principales son planos, la acción decae y surgen de pronto los momentos pesados y persiste la sensación de que esta historia ya la hemos visto mil veces antes. Y sobre todo, que nos encontramos ante un producto sin alma.

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Junto a la ya mencionada Shailene Woodley repite Kate Winslet como la malvada Jeanine y se incorpora al elenco Naomi Watts aunque su papel pase sin pena ni gloria por Insurgente. Son también curiosos los secundarios, casi con más interés que los protagonistas. Volvemos a ver a Theo James interpretando a Cuatro a pesar de que la química de su personaje con el de Woodley deja bastante que desear y es de destacar a Miles Teller, que a pesar de no poder destacar en Insurgente será una de las figuras de más interés del cine en los próximos años tras su memorable interpretación en Whiplash.

Como no podía ser de otra manera, Divergente se ha apuntado a la moda de dividir sus últimas partes en dos películas -la primera, Leal (parte 1) se estrenará el año que viene-. Al ver Insurgente uno se pregunta si no hubiera sido mejor hacer el camino inverso y unir la primera y la recién estrenada segunda parte dotar a la saga de un interés mayor para el público general, que no entenderá por qué se divide tanto esta historia, y mirar más allá del fenómeno puramente fan que rodea a estas superproducciones. Quizás la respuesta sea justamente esa: que Insurgente está hecha, en conclusión, sólo para fans.

Puntuación: 2,3/5 

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