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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Crítica de ‘La serie Divergente: Leal’: Intrascendente y reincidente

Junten los principales elementos de ‘1984’ o ‘Un mundo feliz’ con las sagas post-apocalípticas juveniles más conocidas de los últimos años y tendrán, como resultado, la serie Divergente. La tercera película, Leal, se mantiene en la caída libre que se inició en la primera cinta con una narración confusa y poco carismática basada en una historia muy poco original, aunque -haciendo justicia eso no sea culpa suya.

La serie Divergente: Leal es una muestra más del afán de Hollywood por dividir de forma artificial los finales de sus sagas literarias sin ninguna necesidad más que la recaudatoria. Lo vimos con más o menos éxito en las adaptaciones de Harry Potter o Los Juegos del Hambre y volvemos a verlo en Leal, la primera parte de la conclusión del libro de Veronica Roth. La película, dirigida nuevamente por el reincidente Robert Schwenke, comienza dando muestras de la recuperación de la saga, pero rápido se enreda en la moralina fácil y en dilemas éticos tratados hasta la saciedad con la descarada finalidad de mantener al espectador dos horas en la butaca.

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En Leal, los protagonistas, liderados por Tris (una aburridísima Shailene Woodley) consiguen escapar de la ciudad amurallada de Chicago para ver el mundo más allá de la valla. Desde este momento, todo se vuelve bastante predecible para alguien que no haya leído los libros de Veronica Roth: los intrépidos inconformistas con el sistema que les oprime y del que logran huir se encuentran con otro sistema, igual de opresor y casi genocida, que también utiliza un método de separación genético de los humanos entre “puros” y “dañados”.

Leal introduce en su discurso en favor de la diferencia un elemento sobre la pureza genética que no es, ni mucho menos, original ni contundente. Aunque se le dé mil vueltas durante la película, nunca consigue aliviar la ligereza de su tratamiento, dejándolo todo como un juego de niños.

Tampoco acompaña un reparto que, aunque tenga grandes nombres, no es ni creíble ni carismático. Woodley se ve cansada de un personaje agotado y eclipsado por protagonistas femeninas como la Katniss de Jennifer Lawrence en Los Juegos del Hambre y, sin un claro malvado tras la marcha de Kate Winslet en la anterior cinta (Insurgente), David (Jeff Daniels) no logra dotar de potencia ni entidad la historia de Leal.

Víctima del afán recaudatorio quizás, Leal vuelve una vez más a estrellarse usando una fórmula que claramente no funciona, basándose en una falacia futurista más simple de lo que construye. Insistentemente, Leal ha conseguido dirigirse exclusivamente a un público: sus fans.

Puntuación: 2/5

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