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Crítica: Spectre, los fantasmas pierden inspiración

Daniel Craig vuelve, aunque casi despidiéndose, a ponerse al servicio de Su Majestad en Spectre, una nueva entrega de la saga 007 que repite el mismo patrón que su exitosa predecesora, Skyfall (2012). A pesar de su sobresaliente factura, el Bond de Sam Mendes en esta ocasión sufre de altibajos en el desarrollo de una película excesivamente larga que pide a gritos una nueva y distinta interpretación del personaje de Ian Fleming.

Los fantasmas persiguen a James Bond en una entrega que busca ser la culminación del cóctel de acción y psicología de la era Craig y que queda, muy a su pesar, un paso atrás de la pretendida grandilocuencia. El espectacular inicio, ambientado en el Día de los Muertos mexicano, es una ambiciosa declaración de intenciones que no es superada por nada más durante el resto de la película, en claro descenso de ritmo y de capacidad de sorprender en el desarrollo y final de la película.

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Mendes vuelve a mostrar abiertamente su preferencia por la faceta del James Bond sombrío y torturado por sus pérdidas que por la del galán y socarrón, aunque permanecen intactas unas secuencias de acción trepidante y tomadas, a veces, demasiado en serio. El cineasta se interesa en Spectre por los dilemas morales que suscita la intromisión de las agencias de inteligencia en la privacidad individual, un tema sobradamente tratado en el más reciente cine de espías que se desarrolla de forma correcta, y encomienda al magnífico Christoph Waltz el trabajo de encarnar la maldad culpable de todo el dolor de Bond.

Con factura impecable, las escenas de acción magníficamente coreografiadas salpican una trama en la que están muy presentes -y multiplicados- los otros dos pilares de la saga Bond: las imponentes localizaciones de rodaje y, cómo no, la figura femenina que acompaña siempre al agente 007. Es, en Spectre, incomprensible la participación de Mónica Bellucci, relegada a un papel puramente anecdótico, mientras que quien es realmente la chica Bond de Spectre, la acertada Léa Seydoux, se demora en hacer acto de presencia.

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Spectre está lejos de ser una mala película, pero también lo está de ser la épica culminación del viaje físico y emocionalmente sombrío de James Bond. Pesan sobre la película las altísimas expectativas, las mismas fórmulas repetidas una y otra vez en un metraje excesivo y la necesidad de cerrar una etapa con un nuevo Bond que devuelva a la franquicia el empuje para innovar.

Puntuación: 3,5/5

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