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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Crítica: Suite Francesa, el amor incompleto (3,5/5)

Escrita en letra minúscula en un pequeño cuaderno, Suite Francesa (Suite Française) sobrevivió a la tragedia durante más de sesenta años, escondida entre las pertenencias de una judía asesinada en Auschwitz. Nadie, ni siquiera su hija, se había aventurado a leerla hasta que en 2004 encontró sobre aquellas hojas una novela inacabada que se convertiría tras su publicación en uno de los más relevantes relatos sobre la Segunda Guerra Mundial.

La película Suite Francesa (Saul Dibb) es la adaptación cinematográfica de la premiada novela de aquella judía, Irène Némirovsky, a la que le tocó vivir un tiempo que retrató desde el campo de concentración. La cinta no es, por esta razón, una historia de un romance al uso. Suite Francesa es la metáfora de unos años convulsos en el pueblo francés de Bussy donde mantener una relación secreta con el ‘enemigo’ carecía de cualquier romanticismo. Donde chocaban las convicciones morales, la valentía y la solidaridad, y los mismos vecinos se delataban los unos a los otros en busca de la salvación.

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En la agradable sorpresa cinematográfica que es Suite Francesa, Dibb relata con excesivo buen gusto y sin sobresaltos el clima de tensión y de sospecha continua del pueblo de Bussy mediante una historia de amor clandestina entre una joven francesa (la muy acertada Michelle Williams) y un oficial nazi (Mathias Schoenaerts). Guiados por la idea de que el amor todo lo puede, pronto se dan cuenta de que las diferencias son, a veces, insalvables, y que la vida les ha situado en dos bandos enfrentados donde entran en juego los ideales, los valores, y la salvación de sus propias vidas.

Sin mostrar el horror de la guerra ni campos de concentración, Suite Francesa funciona porque el objetivo no es recrearse en la historia de amor, sino convertirla en una metáfora de vidas enjauladas, en un relato realista en el que no existen los cuentos de hadas y las tragedias personales son ejemplos de una convulsión global que afectó a millones de personas.

Rodada de la forma calculada y clásica que podía esperarse de los hermanos Weinstein, la coproducción de la BBC es irreprochable y milimétrica, cayendo en una cierta sensación de frialdad que frena a Suite Francesa de la potencia emocional que podría haber logrado. No obstante, aunque careciendo de la profundidad deseable, los aspectos sentimentales equilibran la balanza regalándonos una historia bonita, melancólica, en la que se muestra una vez más que la guerra -aunque no la veamos- también puede sacar lo mejor del ser humano.

Puntuación: 3,5/5

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