«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cuando la industria rechazó a Los Secretos: 'Vuestra música huele a vacas'

Cerca de cumplirse 40 años de la génesis de Los Secretos, cuando aún se hacían llamar Tos, la que fuera una de las bandas clave de la eclosión musical española en los 80 lanza una caja con grandes canciones y un documental con la que atestiguar un legado que entonces no siempre supieron defender.

«Éramos muy modestos y no nos supimos vender», ha afirmado en una charla con Efe Álvaro Urquijo (guitarra y voz), sentado junto a Ramón Arroyo (guitarra) y Jesús Redondo (teclados) para presentar «Una vida a tu lado».
Bajo ese título se esconden temas emblemáticos como «Déjame» o «Sobre un vidrio mojado», pero también una película del mismo nombre en la que retratan el carácter superviviente de este grupo especialmente golpeado por las muertes tempranas, empezando por la de su primer batería, José Enrique Cano, más conocido como Canito.
«Para nosotros era un hobby, y nuestra intención no era la de ser famosos ni sacar discos. Canito, sin embargo, tenía más ambición. Arrastró a mi hermano Enrique a componer con él y también fue el primero en visitar una compañía de discos», recuerda el más joven de los hermanos Urquijo de un tiempo en el que le ocultaron a su padre que tocaban en una banda.
A Canito le sucedió a los platos Pedro Antonio Díaz, un músico experimentado del que aprendieron mucho y con el que ya grabaron su primer álbum, un trabajo «excepcional» llamado simplemente «Los Secretos» (1981).
Llama la atención que en los años siguientes sus discos apenas recibieran promoción por parte de una discográfica que les pedía trabajos menos guitarreros y más cercanos a lo que triunfaba entonces, grupos con teclados y chicas como Mecano u Olé Olé.
«¿Qué hacéis tocando música ‘country-rock’ en la España de la modernidad?», les decían, antes de recriminarles incluso que su música «olía a vacas».
Si hay un empeño en «Una vida a tu lado», es el de remarcar el valor que aportó cada uno de los músicos que han pasado por Los Secretos, más allá de la enorme personalidad de Enrique Urquijo.
«Yo nunca me vi eclipsado. Mi hermano siempre necesitó de otra u otras personas que cantaran y compusieran con él. Era consciente de que hacía pocas canciones, pero muy buenas, y para mí era un gusto tocar sobre aquellas composiciones», asegura Álvaro.
Los Secretos se convirtieron en grandes embajadores del «mexicanismo» en España por herencia directa de María Dolores Pradera, en un ámbito en el que coincidieron con Joaquín Sabina.
«Para nosotros fue un maestro; era muy noctácumbulo como Enrique y se hicieron amigos», dicen sobre unas sinergias que ayudaron mucho a Los Secretos «y también a él».
El grupo consolidó un estilo propio, aunque Enrique tendiera a pensar cada vez más que «no veía tan secundada su afición a la música latinoamericana», una pulsión a la que dio salida con sus dos discos en solitario, «Enrique Urquijo y Los Problemas» (1993) y «Desde que no nos vemos» (1998).
«Mi hermano se empeñó en publicar aquel disco en plena gira de Los Secretos y le ayudamos a hacer las maquetas. La compañía decidió volcarse en aquel proyecto, interrumpiendo Los Secretos. Yo me sentí ofendido y la manera de aplacarme fue hacer mi propio álbum, lo que me vino genial como terapia», reconoce Álvaro Urquijo, para quien «esas cosas son buenas a veces para que no pasen otras peores».
Tras aquel paréntesis volvieron a trabajar en nuevas canciones, hasta que en noviembre de 1999, Enrique fue encontrado muerto por sobredosis en un portal de Malasaña.
«Yo siempre lo llamaré un accidente», comenta Álvaro sobre la muerte de su hermano, que achaca a una recaída de un trastorno bipolar que obligaba incluso a ingresarlo cuando pasaba por una etapa depresiva.
No obstante, en aquel momento «estaba en el mejor momento de su vida». Lleno de proyectos, cuenta Álvaro que había retomado la relación con su hermano mayor, Javier, «que se había interrumpido en 1985» cuando murió Pedro Antonio Díaz, y tenía a su niña de 4 años, musa de canciones como «Pero a tu lado».
«Yo me enfadé mucho con el mundo por cómo murió mi hermano y cómo apareció ante la prensa, porque la sensación que dejó fue bastante rastrera, y él no era así», comenta.
Fue entonces cuando decidieron brindarle un «ajuste de cuentas» en forma de disco-homenaje rodeados de colegas de profesión «para dejar su nombre a la altura a la que debía estar, no en un portal», y Los Secretos volvieron a superar otra terrible crisis para seguir insuflando vida a clásicos del pop-rock español.

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