«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

España querida, aún tienes quien te defienda

En uno de los años más complejos de su historia, el Estado ha logrado mantenerse a flote gracias al aporte ciudadano ante unos políticos incapaces de hacer frente a la realidad.

El 27 de octubre de 2017 pasará a la historia como una de las jornadas más negras de la historia reciente de España. En una suerte de teatrillo improvisado, el Parlamento de Cataluña validaba la independencia de la región con una declaración unilateral que minutos después quedó en suspenso ante el desconcierto de toda la ciudadanía. Un golpe de Estado más propio de nuestro siglo XIX que atentaba contra los cimientos mismos de la nación y que no tuvo una respuesta a la altura por parte del Gobierno de Mariano Rajoy.

Horas después, sin embargo, los ciudadanos llenaban las calles de Madrid en una concentración sin precedentes en la plaza de Colón para defender la unidad de España y el ingreso en prisión de los golpistas que habían querido fracturarla. Al día siguiente, como hicieran los madrileños el 2 de mayo de 1808 contra las tropas napoleónicas, los catalanes perdieron el miedo a expresar su amor por España en un domingo de octubre en el que los separatistas entendieron que la batalla no estaba ni mucho menos decidida.

Las caras que libran la batalla en el exterior contra el relato 'indepe'

Las senyeras y esteladas de los balcones dieron paso a las banderas de España. Las calles se llenaron de los colores nacionales y muchos perdieron el miedo a decir con orgullo el nombre de su nación. La nuestra. La de todos. Aquella a la que alumbran más de 500 años de gloriosa historia.

Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero la inoperancia del Gobierno para contrarrestar la expansión del relato del independentismo catalán continúa vigente. Mientras siete secesionistas procesados por la Justicia llenan de falacias periódicos, televisiones y redes sociales, Rajoy prefiere mirar hacia otro lado y acepta de buen grado las declaraciones de altos cargos del Gobierno alemán muy críticos con la labor del Ejecutivo en el proceso.

Una vez más ha tenido que ser la ciudadanía la que dé réplica a las mentiras separatistas en Europa. Escritores, filósofos, profesores, juristas y expolíticos se han movilizado para contrarrestar el relato independentista y desenmascarar las intenciones de Carles Puigdemont y la cuadrilla de políticos que han llevado a Cataluña al borde del precipicio.

Terrorismo y violencia política elevan el riesgo de invertir en España

Los datos son preocupantes: Aon ha subido de bajo a medio el riesgo de invertir en España relacionado con el terrorismo y la violencia política, con lo que sitúa al país en el mismo nivel de riesgo que Francia, Bélgica, Alemania y el Reino Unido, pero un escalón por encima de Italia y dos por encima de Portugal.

Melchor de Jovellanos definió como nadie en 1808 ese orgullo español ante las afrentas e injusticias: «Quien deja de ser amigo de mi Patria deja de serlo mío. España no lidia por los Borbones, ni por Fernando. Lidia por sus propios derechos. Derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda familia o dinastía. España lidia por su religión, por su Constitución, por sus leyes, sus costumbres, sus usos… En una palabra: España lidia por su Libertad».

Cuando todo esto termine -lo hará porque el Estado siempre vence- habremos de recordar los nombres de aquellos ciudadanos que pusieron la otra mejilla frente al separatismo, aquellos que no permitieron que el nombre de su tierra fuera manchado por falacias independentistas, aquellos que hicieron todo lo que estaba en su mano por garantizar la unidad de España. Los españoles no olvidarán, estoy seguro de ello, la incapacidad de la clase política para hacer frente al desafío y la connivencia de muchos de ellos con los golpistas.

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