«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

¿Expropiaciones?

Ha saltado la gran razón por la que no deseo que la catedral de Jaén sea declarada patrimonio de la Humanidad, porque, en caso afirmativo, la propia humanidad, es decir, el pueblo, diría que la catedral es para uso público compartido, donde lo mismo da que da lo mismo sirva para teatros, conciertos, bailes carnavalescos y actos de culto de cualquier religión sea la que sea, aunque la Religión Católica sea la administradora del templo levantado por Vandelvira.

 

El caso está en Córdoba, donde la catedral, antigua mezquita, declarada patrimonio de la Humanidad, es el objeto del deseo de uso público de la autoridad máxima y grande de la Junta de Andalucía para abajo hasta llegar al último turista que pase por allí. Conozco de cerca el asunto que está levantando unas ampollas innombrables en el obispo cordobés, en sus sacerdotes, en los católicos de la ciudad de los califas y en el resto del mundo católico, que asiste atónito a un intento, siempre en diálogo buenista, de expropiar la catedral de Córdoba, nunca por las bravas, sino con la sibilina manera de compartir el uso social del pueblo andaluz.

 

Aunque estamos en carnaval, es necesario quitar las caretas a estos buenistas vestidos de laicistas y llenos de fobia al cristianismo. Porque aquí es donde está la fuerza de sus argumentos. Son enemigos de Cristo y del cristianismo, son odiadotes consumados contra la Religión Católica y todos sus edificios y símbolos.

 

En el siglo XIX desamortizaron, por la fuerza, sin diálogos buenistas, los monasterios y las propiedades que la Iglesia tenía en toda España, con el falso argumento que las tierras estaban en manos muertas que no hacían fructificar ningún fruto. Las tierras serían para los pobres más pobres. Ni mucho menos. Algunas de aquellas tierras fueron subastadas y adquiridas por los burgueses que tuvieron dinero para pagar los precios de salida subastera, y muchas otras tierras y casas quedaron en manos de la nobleza local.

 

Ahora, el mensaje es otro: expropiamos las catedrales para uso social del pueblo compartido, aunque profanemos lugares sagrados levantados durante siglos con la aportación de todos los católicos. La catedral de Jaén fue levantada para servir de casa digna al Santo Rostro de Cristo, que en ella se venera en la Capilla Mayor. Y nada más.

 

Seamos claros: si consiguen la catedral de Córdoba, detrás vienen todas las otras catedrales, y más tarde, los templos parroquiales, y luego, los salones parroquiales, y al final la religión con minúscula en las tierras andaluzas será el laicismo materialista, enemigo de todo lo católico, engendrado en las zahúrdas masónicas, amparado por algún clérigo presumido y desnortado. Supongo que para entonces seremos muchos más los que defendamos con la pluma y la palabra las propiedades de la Iglesia, lo mismo que cada vecino defienda la suya propia.

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