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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El golpe de Estado en Venezuela

El golpe de Estado del chavismo en Venezuela ha provocado la condena de la comunidad internacional y, especialmente de los países vecinos. Veinte países de la Organización de Estados Americanos han solicitado una reunión de urgencia para tratar la situación del país. La pobreza afecta a cada vez más sectores de la población mientras el descrédito internacional de las autoridades se agrava mes a mes. La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida que ha elaborado un grupo de profesores de la Universidad Católica Andrés Bello, la Central de Venezuela y la Simón Bolívar arroja resultados muy preocupantes. Este Estado, que se cuenta entre los productores de petróleo más importantes del mundo, ha superado a Haití en los niveles de pobreza, que ya padecen el 82% de los hogares del país. De ellos, un 52% sufren pobreza extrema.

El chavismo ha terminado sumiendo a Venezuela, cuya riqueza atrajo a centenares de miles de españoles durante décadas del siglo pasado, en un caos de miseria, inseguridad, corrupción y violaciones de derechos humanos. La inseguridad jurídica es tal que ni siquiera el Parlamento, donde la oposición tiene mayoría, se ha salvado del autoritarismo de Maduro. Mientras termino estas líneas, el Tribunal Supremo -que a su vez dominan los chavistas- ha despojado a la Asamblea Nacional de sus competencias de manera que, de facto, entrega a Maduro todo el poder y lo deja sin límite alguno. Por supuesto, el régimen trata de revestirlo de formalidades institucionales, pero ni uno solo de los poderes del Estado es independiente en Venezuela. La Asamblea era la última esperanza de un cambio que condujese al país por el camino de la democracia y la libertad. El atropello ha sido tan evidente que el Consejo de Defensa de la Nación de Venezuela (pero ¿quién la ataca?) ha pedido al Tribunal Supremo que revise su fallo sobre la privación de competencias que ha padecido la Asamblea.

No existe seguridad jurídica para las empresas, ni para los inversores, ni para los ciudadanos. La encuesta mencionada recoge 28.479 casos de muerte violenta en 2016. De ellos, 18.230 están calificados como homicidios. Hay 5.281 casos de resistencia a la autoridad y 4.968 muertes en averiguación. La delincuencia común presenta sospechosísimas conexiones con el aparato del Estado. Las fuerza y cuerpos de seguridad del Estado están en manos de los chavistas. Las acusaciones fundadas de narcotráfico y delitos vinculados a la criminalidad organizada son gravísimas. El vicepresidente Tareck El Aissami figura ya en la llamada lista Clinton, que elabora en los Estados unidos la Oficina de Control de Bienes Extranjeros y recoge a los principales sospechosos de tener relaciones con el tráfico de drogas.

En su intento por acabar con la oposición a través del control o la destrucción de todos los límites al poder -desde los medios de comunicación independientes hasta el propio parlamento- han terminado arruinando a Venezuela. La política de expropiaciones, confiscaciones y control de precios y productos ha asfixiado cualquier iniciativa privada. Solo es posible hacer negocios en el país si uno tiene conexiones con el chavismo y aun así no hay demasiadas garantías. El índice de corrupción percibida elaborado por Transparency International sitúa a Venezuela en el puesto 166 de los 176 países que valora. Está por detrás de Irak.

Por supuesto, el régimen acusa de la situación a los Estados unidos, al capitalismo, a los traidores a la patria y todos los enemigos interiores y exteriores que puede imaginar. Sin embargo, la tragedia de esta tierra prodigiosa tiene como causa principal la aplicación de políticas que generan violencia, corrupción y miseria. En España, viven miles de venezolanos

que han llegado huyendo del chavismo y que hoy contribuyen a nuestro desarrollo económico. Ningún hispanoamericano debería ser considerado extranjero en España. Como mucho, tal vez sea un “forastero”, que viene de otro lugar dentro de la patria común. Si no se entiende esto, es imposible comprender la Hispanidad en toda su extensión y significado.

Ojalá España esté a la altura de las circunstancias en este momento dramático que vive Venezuela. El periodo ominoso del chavismo pasará. Este país deslumbrante se recuperará algún día y retomará el puesto que merece en la comunidad internacional. Estos años de represión y miseria serán solo un mal recuerdo. Me gustaría pensar que, cuando ese día llegue, los españoles podremos decir, con la cabeza bien alta, que nuestro país estuvo sin ambigüedades en el lado correcto de la Historia.

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