«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Iván Fandiño: El adiós a un torero valiente y poderoso

«Que se den prisa en llevarme al hospital porque me estoy muriendo». Esas fueron las últimas palabras que pronunció el torero Iván Fandiño antes de fallecer de camino al hospital tras sufrir una cornada en el costado derecho el pasado sábado durante su turno de quites al tercer toro en la plaza de Aire Sur L'Adour (Francia).

El diestro, que llegó a la tauromaquia desde su natal Orduña (Guipúzcoa) y aprendió en la Escuela Taurina de Bilbao sus primeras lecciones, se forjó en la provincia de Guadalajara, famosa por sus capeas, junto a su mentor, Néstor García, que se fijó en sus condiciones y sobre todo en su valor, y en su ambición desbordante. COn él compartió su vida de traje de luces hasta el final.

Fandiño ha vuelto a recordar que el toreo es de verdad y que ningún torero quiere morirse, pero que todos están dispuestos a hacerlo en una plaza. Era un diestro valiente y poderoso, visceral, de ahí su encierro, el Domingo de Ramos de 2015, con seis toros de las ganaderías más exigentes en la Plaza de las Ventas, una gesta con la que colgó el «No hay billetes» fuera de feria. En el coso madrileño, tuvo treinta actuaciones y logró 11 orejas y una puerta grande. Un balance, sin duda, de figura.

Su trágica muerte ha vuelto a sacar lo peor del ser humano y de ese movimiento que se hace llamar animalista. Desalmados escondidos tras el anonimato, quizás porque no tienen la valentía suficiente para expresarlo en público y a cara descubierta, inundaron la red de mensajes en los que mostraban su alegría por su fallecimiento y otorgaban al animal bravo valores y condiciones inherentes sólo al ser humano.

Las burlas volverán a contar con la firme respuesta de la Fundación Toro de Lidia, que se ha puesto a disposición de la familia de Fandiño para evitar que queden impunes.

La asociación, encargada también de defender la memoria del torero Víctor Barrio y de Adrián Hinojosa, el niño que quería ser torero, ha asegurado que los insultos demuestran el desconocimiento absoluto de un arte complejo y reafirman la importancia de la promoción de la tauromaquia. En este sentido, ha recordado que incumplir la ley tendrá consecuencias y se ha puesto a analizar las decenas de mensajes recibidos para ejercitar las acciones judiciales que consideren oportunas. «La Justicia es un camino lento y silencioso que recorreremos hasta el final para defender el honor de Iván Fandiño». Ojalá sea así. 

 

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