«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La masculinidad, el carcelero de los hombres maltratados

La sociedad ha construido una imagen de la masculinidad que ayuda a los hombres a ser considerados maltratadores de las mujeres, pero también ayuda a las mujeres maltratadoras a anular a los hombres maltratados.

El maltrato, que un humano abuse de otro física o psicológicamente, es una cárcel que muchas veces cuenta como carcelero al propio maltratado. El maltratador con sus acciones encamina a la persona maltratada al aislamiento social. Se aleja de amigos, se aleja de familia. La conexión emocional entre maltratador y maltratado, sirve para cimentar su silencio. Dicho efecto, se multiplica en el caso de los hombres maltratados.
La masculinidad es el arma que esgrimen las mujeres que maltratan a hombres. El sentimiento de inferioridad, generado tanto por hombres y mujeres sobre sus víctimas, se ve afectado por el efecto multiplicador de la sociedad. La masculinidad implica fuerza, dominio, control, sobreponerse a las dificultades con estoicismo. Esto hace que de entrada la víctima de maltrato al ser hombre no quiera contarlo. El sentimiento de vergüenza por admitir su situación, el miedo a ser señalado por la sociedad son las cadenas que debe romper el hombre maltratado.
Es una lucha diferente a las de las mujeres, ni mejor ni peor, simplemente distinta. Por desgracia, aunque la lucha en sí no es peor, si que lo es por el impacto que tiene en nuestra sociedad. Quien debería luchar para tratar de poner en la agenda a los hombres maltratados, las autoridades, prefieren ignorarlo. Por ser contrario al concepto socialmente aceptado de masculinidad, la atención a los hombres maltratados es mínima. Genera burla, odio, rechazo o indiferencia. Hablar en público de los hombres maltratados, institucionalmente, es tenido como una manera de contratacar al maltratado femenino, tratando de robarle protagonismo. Absurdo. Ambos son víctimas, ninguno pelea por la atención del otro, solo por la solución de su problema.
Minimiza sus efectos pensar así y deja a los hombres maltratados en la misma situación en la que se encontraban muchas mujeres hace años, en el punto de partida. En Patón & Asociados, tratamos de poner a los hombres maltratados en la agenda, que la masculinidad dentro de todo lo malo sea solo el carcelero, no la cárcel y los barrotes. La mejor defensa jurídica posible, es también la mejor oportunidad para saber que la vida no es estar preso, sino ser libre.
Por Juan Rivera Crespo, de Patón & Asociados

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