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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El legado del obispo Piris

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Uno de los obispos más sordo a todo llamamiento, desde la Nunciatura, desde los medios de comunicación, desde otros obispos, ese es monseñor Piris, residencial en Lérida hasta el mes de septiembre en que cumple sus primeros 75 años.

Para hacerse el vanguardista comenzó unas obras en el edificio del seminario vacio para convertirlo en pisos para pobres, desahuciados y familias en trance de vivir en la calle.

Las obras valen un riñón y parte del otro. Ahora ha organizado una exposición de artistas los cuales ceden la mitad de las ventas de sus obras para las obras que tienen, aún, un posible coste de trescientos mil euros.

La pregunta es de libro:

Si el obispo Piris recibe de Roma el rápido paso a la jubilación, ¿qué ocurrira con su legado?.

Legado que tiene dos partes esenciales:

Una, el asunto de las obras de arte que son de Aragón y que este señor no devuelve porque no quiere, saltándose todas las sentencias de Roma.

Otra,  el papelón de estas obras y su oronda cifra para terminarlas.

A su sucesor no le arriendo las ganancias.

 

 

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